DAMASCO.- El gobierno de Bachar al Assad salió, en apenas unas horas, a plantarse firme ante la embestida turca en el norte de Siria y recuperar el control del territorio tras el acuerdo que selló con las fuerzas kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG). Según la prensa europea, una vez evacuadas las últimas tropas estadounidenses, el Ejército Árabe Sirio entró anteanoche en Manbich, Kobani y otras localidades cercanas a la frontera norte, mientras que ya estaba bien plantado en Tel Tamer, Ain Isa o Taqba: de la noche al día, había recuperado el control de más de un 90% del territorio sirio. La situación vuelve inminente una confrontación con las tropas invasoras turcas y sus aliados islamistas de resultados imprevisibles. El propio presidente turco Recep Tayyip Erdogan confirmó sus planes de tomar ciertas ciudades estratégicas como Manbich y aseguró que la ofensiva sobre Siria avanzará hasta “eliminar la amenaza terrorista”, en referencia a las fuerzas kurdas. Pero la retirada norteamericana complejiza el equilibrio de poderes en la región, al punto que los militares rusos comenzaron a patrullar ayer el territorio que separa a los rebeldes sirios respaldados por Turquía y al Ejército regular de Al Assad en el norte de Siria. Con este paso, Moscú consolida su papel de mediador y se convierte en el gran agente de poder de la región, al punto que su enviado a Siria, Alexander Lavrentiev, anticipó ayer que no permitirá el enfrentamiento entre las tropas turcas y las fuerzas sirias: “(La confrontación) sería simplemente inaceptable. Y por tanto no permitiremos que suceda”, aseguró. A su vez, el presidente norteamericano, Donald Trump, anunció sanciones económicas contra Turquía con el objetivo de que suspenda su ofensiva.