BOGOTÁ.- Bajo una presión social que amenaza con convertirse en un nuevo estallido ciudadano, el presidente Iván Duque decidió acelerar el proceso de “Conversación Nacional” anunciado el domingo para intentar contener la crisis, adelantando reuniones con alcaldes y gobernadores, todos ellos elegidos en octubre pero que no empezarán a administrar sus ciudades y sus 32 departamentos hasta enero.
“Es muy importante entender que los gobiernos no pueden prometer cualquier cosa ni tienen varitas mágicas con las que se producen soluciones milagrosas e inmediatas”, explicó el mandatario en el primer encuentro, donde defendió su gestión de sesgo neoliberal al aseverar que “son muchos los gobernantes en el mundo que se concentran en lo popular pero no en lo urgente y lo necesario, y esos principios de la administración pública son muy importantes hoy”. El diálogo nacional pretende reunir a Duque con todos los sectores de la sociedad ante el paro nacional iniciado el jueves pasado pero que ya suma cinco días, pues ayer seguía la huelga en las principales ciudades del país.
El diálogo abarcará temas como la lucha contra la corrupción, la protección del medio ambiente, la calidad de los servicio de salud, de educación y de empleo, y podría finalizar el 15 de marzo de 2020. Sin embargo, el oficialismo descartó que se pueda tratar una reforma constitucional, como reclaman algunos sectores. Si el Gobierno se abstiene de discutir los reclamos que motivaron el paro, “estamos pensando en nuevas movilizaciones”, aclaró no obstante ayer Tarsicio Rivera, de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que hoy participará de la cumbre del “Comité Nacional del Paro”, donde las organizaciones sociales, movimientos y centrales obreras definirán cómo seguir tras las movilizaciones y manifestaciones del jueves, viernes y sábado pasados.
La tensión social se disparó en los últimos días por la indignación que generó la violencia de la represión oficial, con el caso Dylan Cruz como emblema, pues el joven de 17 años sufrió gravísimas heridas al recibir el impacto de una bomba lacrimógena en la cabeza durante una protesta pacífica en Bogotá.