Pese a las restricciones que la pandemia impone a las actividades que suelen organizar los colectivos feministas, en todos lados las mujeres y disidencias se manifestaron ante un contexto de extrema urgencia, después de un año en que se profundizaron las brechas de género en términos de empleo y pobreza, se agravó la crisis de cuidados y recrudeció la violencia de género, entre otras desigualdades.
Si bien las movilizaciones en la región no estuvieron prohibidas, en muchos países, como en Uruguay, las organizaciones apostaron a concentraciones descentralizadas en distintas localidades y barrios, para evitar la masividad. En Chile, la Coordinadora Feminista 8M llamó a una huelga feminista y a movilizarse en 80 puntos del país, en diferentes horarios y a un pañuelo de distancia”.
También en México se convocaron a manifestaciones callejeras, lo cual motivó al gobierno a colocar vallas alrededor del Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo. En El Salvador, cientos de mujeres marcharon el domingo entre tapabocas y carteles para denunciar los femicidios y la violencia sexual, laboral y política contra las mujeres; mientras que en Guatemala hubo incidentes en las marchas del domingo. En Quito, Ecuador, una marcha masiva pidió frenar los femicidios, mejorar las condiciones laborales de las mujeres y ampliar las causales por las que se puede abortar.