A menos de dos semanas para que comience la Copa América, Brasil avanza raudo a una nueva profundización de su colapso sanitario acompañado esta vez por una crisis política en ciernes para su presidente Jair Bolsonaro.
El país anfitrión del certamen continental registró este miércoles 95.601 nuevos contagios de coronavirus, la segunda cifra de infectados diarios más alta desde el inicio de la pandemia, solo superada por los 100.158 contagios del pasado 25 de marzo.
Esa misma noche, Bolsonaro recibió uno de los peores cacerolazos de su mandato durante un discurso que brindó por cadena nacional. Ya en los días previos, el mandatario ultraderechista había sufrido protestas masivas en las principales ciudades del país que reclamaban su destitución por su pésima gestión de la pandemia.
El domingo 30 de mayo, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) decidió que, debido al riesgo sanitario, la competencia no se disputaría en Argentina sino en Brasil. La paradoja se encuentra en que el vecino país es uno de los más complicados del mundo con la pandemia, situación que se confirmó el miércoles con el récord de contagios diarios.
Siguiendo el mismo protocolo de la Copa Libertadores de América y de las Eliminatorias Sudamericanas de la Copa del Mundo, aceptamos la realización de la Copa América”, anunció el miércoles a la noche Bolsonaro en cadena nacional, en un discurso dirigido a contrarrestar la ola de críticas que levantó la decisión. Hasta un juez del Suprema Tribunal Federal le dio al mandatario cinco días para justificar la decisión de organizar la copa en medio de la crisis sanitaria que vive el país.
No obligamos a nadie a quedarse en su casa, mi Gobierno no cerró el comercio, no cerró iglesias o escuelas o le sacó el sustento a millones de trabajadores informales”, se ufanó en el discurso el mandatario, defendiendo su política de boicotear las medidas de cuidado sanitario tomadas por los gobernadores de las regiones del país.
La respuesta popular llegó esa misma noche, cuando se produjeron los peores cacerolazos de todo su mandato en las principales ciudades del país: las regiones centrales y periféricas de San Pablo registraron protestas simultáneas durante los menos de cinco minutos del discurso presidencial. Lo mismo sucedió en vastas regiones de Río de Janeiro, Belo Horizonte, Brasilia, Porto Alegre, Salvador, Recife y otras capitales estaduales.
A la vez, los movimientos sociales que el sábado pasado organizaron masivas protestas contra el Gobierno en todo Brasil convocaron a nuevas marchas para el 19 de junio, con el objetivo de redoblar las críticas a la gestión de la pandemia, pedir un aumento de la ayuda económica y exigir la renuncia del jefe de Estado.