Estados Unidos llevó a cabo ayer una nueva ronda de ataques aéreos contra instalaciones utilizadas por Irán y sus aliados en el este de Siria, en represalia por una serie de ataques recientes contra tropas estadounidenses.
Ocho combatientes proiraníes murieron en los bombardeos, entre ellos al menos un sirio e iraquíes, indicó el lunes el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).
Los ataques aéreos parecen ser una escalada por parte de la administración de Joe Biden, que anteriormente había llevado a cabo dos series de ataques que tenían como objetivo disuadir a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán y las milicias que apoya en Siria e Irak. El presidente Joe Biden dirigió la operación, precisó Austin, “para dejar claro que Estados Unidos defenderá a sí mismo, a su personal y sus intereses”.
Los ataques se produjeron tras al menos 40 ataques contra efectivos estadounidenses y de la coalición en Irak y Siria por parte de fuerzas respaldadas por Irán en las últimas semanas, mientras aumentan las tensiones regionales por la guerra entre Israel y Hamás. En ese marco, al menos 45 soldados estadounidenses sufrieron lesiones cerebrales traumáticas o heridas leves.