Ante el amento de contagios en Brasil, donde se cuadriplicaron los casos en una semana -lo que hace crecer la presión sobre sus servicios de atención primaria-, los gobiernos municipales comienzan a imponer medidas más severas para contener la situación sanitaria.
Las medidas tomadas hasta ahora parecen no alcanzar para contener a Ómicrom, la variante que ya es predominante en ese país donde el sábado registraron la cifra de nuevos infectados más alta desde julio.
Mientras que el presidente, Jair Bolsonaro, disputa en la justicia las medidas sanitarias como la exigencia de estar vacunado para ingresar al país o la inoculación en niños, los gobiernos municipales intentan poner un freno a la nueva ola.
En este sentido, Río de Janeiro se vio obligado a cancelar sus típicos carnavales, mientras que en el estado de San Pablo -uno de los más afectados actualmente- la ciudad de Amparo debió decretar el toque de queda y la ley seca luego de que, en una semana, aumentaran 1.112,5% los casos positivos.