Chile dio inicio hoy a la campaña para el plebiscito del próximo 4 de septiembre, cuando se decidirá entre aprobar o rechazar la propuesta de Constitución redactada por la Convención Constituyente, y que podría significar el reemplazo a la impuesta en 1980 por la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
Uno de los que se adelantó a la campaña fue el expresidente Ricardo Lagos (2000-2006), quien sostuvo ayer que “Chile merece una Constitución que logre consenso” y opinó que la carta magna vigente ni el nuevo texto producen ese efecto. El expresidente señalo, “el desafío político es continuar con el debate constitucional hasta alcanzar una Constitución que interprete a la mayoría”.
Aunque el presidente Gabriel Boric reaccionó respetuosamente ante la postura de Lagos, desde sectores del oficialismo que se congregaron hoy en un acto en el centro de Santiago consideraron las palabras del expresidente como un “golpe” a la campaña del Apruebo.
“Para mí, es una frustración muy grande. Yo esperaba que Lagos mirara al futuro. Algo pasó aquí que él no da ese paso”, dijo la vicepresidenta del Partido Socialista, Fanny Pollarolo, a El Mercurio.
Por el contrario, Amnistía Internacional se sumó a la campaña en favor del Apruebo con el eslogan “Aprobar es humano”. El director de la organización para Chile, Rodrigo Bustos, dijo en un comunicado que la ONG «decidió ponerse en el camino de la justicia y la dignidad, por eso va por el Apruebo”.
Según la organización, la propuesta redactada por 154 convencionales “consagrará de manera más robusta los derechos fundamentales” de la ciudadanía y tendrá repercusión directa “en la vida cotidiana de las personas, abriendo paso a mayores niveles de igualdad y justicia”.
Asimismo, consideró que el rechazo a una nueva Constitución representa la continuidad de un texto que “no incluye determinados derechos que son vitales”, como “el derecho a la vivienda, al agua, a la alimentación, o los considera, pero de manera muy deficiente, como ocurre con el derecho a la salud y la seguridad social”.
Algunos sectores de la derecha promueven el eslogan “rechazar para reformar” y prometen el apoyo a bajar el quórum necesario en el Congreso para cambios constitucionales que durante estos años no fueron posibles porque se requería de dos tercios de los parlamentarios.
En tanto, desde algunos sectores de la centroizquierda, en respuesta a la frase de la derecha de “rechazar para reformar”, promueven “aprobar para reformar”, ya que consideran que es preferible modificar la nueva Constitución, que mantener vigente la actual, redactada durante la dictadura pinochetista.
Actualmente, en Chile se rige con la Constitución de 1980, escrita durante la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet (1973-1990), con una reforma firmada el 2005 por el presidente Ricardo Lagos.
El cambio de la actual Constitución fue uno de los reclamos ciudadanos durante el estallido social de octubre de 2019, que llevaron a un acuerdo con la mayoría de los partidos del oficialismo y oposición para redactar una nueva carta magna.
Las multitudes que tomaron las calles chilenas entonces señalaban a la actual Constitución como origen de la desigualdad y reivindicaban un nuevo modelo de Estado que garantizase la salud pública, la educación universal de calidad y una mejora de las pensiones.
El 25 de octubre de 2020, mediante un plebiscito nacional, se aprobó por casi el 80% la redacción de la nueva Constitución y, unos meses después, en mayo de 2021, se eligieron los 155 convencionales que están redactando la nueva carta magna.
Luego de un año, la Convención Constitucional entregó oficialmente el lunes la propuesta de nueva Constitución al presidente Boric, quien firmó el decreto que convoca al plebiscito de salida el 4 de septiembre próximo.
Las encuestas más recientes dan ventaja al Rechazo cuando consultan a la ciudadanía qué votaría si hoy fuera el plebiscito.