Finalmente la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, nadó ayer con traje de neoprene en el río Sena, frente a su palaciego Hotel de Ville. Era un acto indispensable y oficial pero riesgoso para su salud entrar al agua que, a pesar de los millones de euros invertidos para transformarla en saludable, no es del todo segura para los atletas de los Juegos Olímpicos.
Las brazadas de Hidalgo fueron una operación de marketing para unos Juegos Olímpicos, que ponen de mal humor a los franceses y pueden convertirse en un gran fiasco comercial para ellos y para París. Solo el 21% de los franceses practica deportes y sienten una enorme indiferencia hacia los Juegos.
Si se mantienen estos niveles de polución cambiantes en el agua, será problemático bañarse en el río para los nadadores de triathlon y de maratón en el río. La alcaldesa finalmente cumplió su promesa ayer por la mañana nadando en el Sena, junto a Tony Estanguet y el prefecto de Île-de-France. Todo un símbolo, a nueve días del inicio de los Juegos Olímpicos.
“¡Es felicidad! Llevamos años soñando con esto. Hemos trabajado muy, muy duro. El agua es muy buena, un poco fresca pero no tanto”, dijo Hidalgo tras su breve chapuzón. Con el pelo mojado, Hidalgo habló con la prensa desde el muelle.
“Tengo un pensamiento para Jacques Chirac”. El entonces alcalde y luego presidente había prometido 36 años atrás limpiar el Sena para que pudieran bañarse los parisinos. “Imagínese un lugar para nadar aquí, en un año. Una piscina, con otros tres sitios para nadar”, proyectó también Anne Hidalgo.