El Gobierno de la presidenta peruana Dina Boluarte afrontará uno de sus días más difíciles, cuando miles de personas prevén movilizarse en todo el país, sobre todo en la Capital, para exigir la renuncia de una mandataria en cuya gestión de cinco semanas hay ya medio centenar de muertos.
Policías y militares se desplegaban ayer para evitar la llegada de manifestantes a Lima, que podría convertirse en epicentro de protestas que hasta ahora se desarrollan en el interior y, sobre todo, en el históricamente relegado sur del país.
“Sabemos que quieren tomar Lima por todo lo que está saliendo en las redes. Y los llamo a tomar Lima, sí, pero en paz y en calma. Los espero en casa de Gobierno para dialogar sobre las agendas sociales que tienen”, afirmó Boluarte.
Por su parte, Vicente Romero, ministro del Interior, dijo que a todos los manifestantes se les dará la seguridad necesaria y exhortó a los ciudadanos a que marchan y que cumplan la ley. “No queremos más muertes, no queremos más heridos, basta de sangre, basta de enlutar a las familias peruanas. No queremos más dolor. El Perú es más grande que las pretensiones de cada uno”, dijo.
Ante el temor del desborde popular en la denominada ‘Toma de Lima’, varios parlamentarios han hecho un pedido al presidente del Congreso, José Williams, para que modifique la propuesta de la Mesa Directiva y adelantar la legislatura para el 1 de febrero, y así ratificar en segunda votación el proyecto de adelanto de elecciones para marzo del 2024.
Analistas coinciden en que la movilización, independientemente de sus resultados, no será una jornada definitiva contra Boluarte, pero sí podría ser el inicio de una movilización de corto o mediano plazo contra una mandataria cuya renuncia se ha convertido en clamor de buena parte del país.