Occidente a pleno, con Estados Unidos a la cabeza, anunció en las últimas horas un nuevo paquete de sanciones contra Rusia en represalia por la invasión a Ucrania y sobre todo la masacre de civiles en Bucha, que no tuvo mucho efecto en la actitud del presidente Vladimir Putin, quien negó las acusaciones e intensificó la ofensiva en el este del país, donde las autoridades locales llamaron a la población a huir de inmediato de la región para evitar una tragedia mayor.
Estados Unidos y el Reino Unido anunciaron nuevas sanciones “devastadoras” contra Rusia que incluyen, entre otras, un veto a que las empresas locales inviertan en el país euroasiático, la prohibición a dos grandes bancos rusos y medidas contra las dos hijas adultas del presidente Putin. “Dejé en claro que Rusia pagaría un precio severo e inmediato por sus atrocidades en Bucha”, tuiteó el presidente estadounidense, Joe Biden.
Un alto funcionario estadounidense explicó que Washington quiere crear un “círculo vicioso” acumulando medidas contra Moscú. “La privamos (a Rusia) de capitales, la privamos de tecnología, la privamos de talentos y el conjunto de medidas apunta a crear una espiral que se acelera a medida que Putin mantiene la escalada” militar, precisó el funcionario, quien indicó que el objetivo es “convertir a Rusia en un paria” de la economía mundial.
Las nuevas medidas impuestas por la Casa Blanca vedan todas inversiones norteamericanas en el país y prevén el congelamiento de todos los bienes en Estados Unidos del banco público Sberbank y de Alfa Bank, la mayor entidad crediticia privada de Rusia. Fueron adoptadas, además, en coordinación con los países del G7 y la Unión Europea (UE). La Casa Blanca quiere también sancionar a “grandes empresas públicas rusas estratégicas” anunció, aunque no reveló la lista.
Además, el Gobierno de Biden expulsó de su sistema financiero y congeló los activos de funcionarios rusos y sus familiares, entre ellos las hijas adultas de Putin, entre otros. “Estos individuos se han enriquecido a expensas de los ciudadanos rusos” y “algunos de ellos son responsables de proporcionar el apoyo necesario para la guerra de Putin en Ucrania”, afirmó la Casa Blanca. Las sanciones del Reino Unido, por su parte, de-terminan “el fin de las importaciones británicas de energía rusa” y afectan a dos bancos y a empresarios rusos de primer nivel.
La UE también debate si avanza en medidas contra la importación del petróleo y el gas ruso, un asunto delicado por la enorme dependencia que tienen para su propio mercado energético, además que se topa con la resistencia de Hungría, aliado de Putin (ver…). No obstante, Francia, Alemania, Italia, España, Dina-marca, Suecia y Eslovenia expulsaron en los últimos dos días a cerca de 200 diplomáticos rusos, en rechazo a los “crímenes de guerra” que se acusa a Putin en la invasión a Ucrania.
Sin embargo, todas las sanciones no detienen a Putin, que intensifica su escalada en el este de Ucrania e incluso salió a negar, por primera vez, las acusaciones de “crímenes de guerra” en Bucha al aseverar que la matanza de civiles “es una provocación grosera y cínica” cometida por el gobierno de Ucrania. En el territorio, las fuerzas rusas se concentran en el sur y el este de Ucrania, especialmente en el Donbass, la región donde vive una mayoría de la población prorrusa.
La propia OTAN alertó por la ofensiva que Putin acometerá en la región –con el objetivo de crear una continuidad territorial con la península de Crimea, anexionada por Moscú en 2014-, mientras que las autoridades ucranianas llamaron a la población a huir cuanto an-tes hacia el oeste. La viceprimera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, pidió a los habitantes del Donbass “abandonar sus casas ya” y dijo que las autoridades regionales harán “todo para que las evacuaciones se desarrollen de manera organizada”.
Sin embargo, por ahora el drama humanitario más grave se con-centra en Mariupol (sureste), asediada y bombardeada desde hace semanas. El Ayuntamiento de la ciudad acusó ayer a las tropas rusas de utilizar “crematorios móviles” para ocultar “cualquier evidencia de crímenes cometidos” tras la revelación internacional de la masacre en Bucha.
“Este es el nuevo Auschwitz. El mundo debería ayudar a castigar a los villanos de Putin”, denunció el alcalde Vadim Boichenko. Más de 100.000 personas siguen atrapadas en la localidad en condiciones precarias, según estimaciones oficiales. El conflicto dejó hasta el momento 20.000 muertos, según cómputos ucranianos, mientras que la ONU dio cuenta en su último balance de 1.563 civiles fallecidos, entre ellos 67 niños.