Los franceses votaban hoy en la primera vuelta de unas elecciones legislativas complejas para el oficialismo, ya que el Gobierno del reelecto presidente Emmanuel Macron podría perder la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional (Cámara baja), ante el ascenso fulgurante de la novedosa alianza de izquierda liderada por Jean-Luc Mélenchon.
Un total de 48.000.000 de electores están convocados a elegir 577 diputados.
La abstención se anuncia clave, sobre todo para la izquierda radical y la extrema derecha, cuyos votantes son más proclives a no acudir a las urnas. Más de la mitad de los electores podría abstenerse el domingo, según las encuestas.
Al mediodía local, la participación era del 18,43%, 0,8 puntos por debajo de la que se registró a la misma hora en las legislativas de 2017 (y 2,5 puntos menos que en las de 2012).
Los colegios electorales abrieron a las 8 (3 de Argentina) y cerrarán a las 18, salvo en las grandes ciudades, donde quedarán abiertos hasta las 20, tras lo cual se conocerán los primeros resultados y estimaciones.
Casi dos meses después de su reelección, Macron ve amenazada la gobernabilidad de su segundo mandato con la «tercera vuelta» impulsada por Mélenchon, de 70 años, quien tras quedarse a un paso del balotaje presidencial logró reunir al arco político de izquierda en la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (Nupes).
Esta alianza, inédita en 25 años, busca alzarse con la mayoría parlamentaria para erigir a su líder, que no compite en estos comicios, como primer ministro y forzar así una «cohabitación» que impida al oficialismo seguir «con su política injusta y brutal».
Si bien tradicionalmente las elecciones legislativas en Francia son una formalidad para el partido oficialista, que suele aprovechar la racha electoral de las presidenciales para hacerse con la mayoría absoluta en el Parlamento, esta vez los sondeos anuncian una tendencia distinta.
Las últimas encuestas publicadas pronostican un resultado ajustado en la primera vuelta de este domingo entre el oficialista Juntos (24,5 a 28% de los votos) y Nupes (24 a 28%), que se traduciría en un mayor número de diputados oficialistas (entre 250 y 335 escaños) en el balotaje de la próxima semana, pero sin la certeza de lograr la mayoría absoluta de 289 legisladores.
Estas proyecciones muestran un panorama muy distinto para la coalición oficialista en comparación con 2017, cuando obtuvo 360 escaños, y demuestran el desgaste sufrido por Macron en estos años en el poder.
Tras un primer Gobierno marcado por el malestar social, su reciente reelección frente a la aspirante de ultraderecha Marine Le Pen tuvo más que ver con evitar un triunfo de la extrema derecha que con una adhesión a su programa, en medio de un contexto de preocupación por la economía ante el alza de precios vinculada a la guerra en Ucrania.
Aunque en un principio el oficialismo restó importancia a la amenaza de Nupes, los ataques contra el «Chávez galo», como lo tildó días atrás el ministro de Economía, Bruno Le Maire, se multiplicaron en las últimas semanas.
«Nos lo tomamos en serio, porque tanto en los medios como en las encuestas Mélenchon es el único que existe actualmente más allá de la mayoría presidencial», explicó la diputada oficialista Aurore Bergé.
La preocupación se hizo patente tras conocerse los resultados de la primera vuelta de las legislativas para los franceses del extranjero, celebrada el pasado fin de semana, en los que Nupes logró pasar al balotaje frente a Juntos en diez de las 11 circunscripciones, el doble con respecto a 2017.
Si bien el oficialismo encabezó las intenciones de voto en ocho de esos territorios, esta dinámica llevó al líder parlamentario del Movimiento Demócrata -socio de la alianza gubernamental-, Patrick Mignola, a «temer un accidente electoral», consignó el vespertino Le Monde.
Incluso el propio Macron, quien se había mantenido al margen de la campaña y había retrasado su inicio al nombrar su nuevo Gobierno dos días antes de la fecha límite, reanudó los desplazamientos en el terreno para fortalecer a su formación.
Tal como sucedió en la recta final previa a los comicios presidenciales, el jefe de Estado volvió a multiplicar los guiños hacia la izquierda en sus actos, donde se centró en temas predilectos de este electorado -como salud, educación y juventud-, y relegó su agenda liberal, principalmente su polémica reforma previsional, que pospuso a 2023.