Hoy, en plena crisis, estamos creando las bases de lo que podremos reconstruir y construir en el futuro. Las respuestas a las crisis producen efectos positivos y negativos que serán las nuevas bases de la sociedad y sus gobiernos –nacionales, provinciales y municipales. Por eso, avanzar en comprender las consecuencias de las actuales decisiones no solo marcará el día a día, sino la sociedad que tendremos. ¿De qué depende el resultado socioeconómico posterior?
De las potencialidades de los territorios; de las interrelaciones de los gobiernos locales y las organizaciones de la sociedad civil (OSC); de las interrelaciones entre los empresarios entre sí; del tipo de conflicto de que se trate; de las reacciones a las crisis. La potencialidad de los territorios es un elemento obvio, predefinida por la historia y la geografía, inmodificables en el corto y mediano plazo. Las interrelaciones de gobiernos y OSC son, a la vez, una causa y una consecuencia de las formas de gestión del disenso. Las relaciones entre empresarios también, pero son el desafío de las empresas para recuperarse, sostenerse y disminuir los efectos económicos de la crisis, que han
mostrado poca disposición a ceder en lo individual, para ganar en lo bilateral y colectivo.
Por último, las reacciones a las crisis de las autoridades que se han visto en algunos casos, son las habituales que: Niegan la situación de crisis (es una gripe más dijo Trump, Bolsonaro o el gobierno italiano); las explican como simples comentaristas (todos se enfermarán y algunos morirán, dijo Boris Johnson, Ángela Merkel o Piñeira); de ataque a los acusadores (la oposición o los medios están exagerando para destruirnos, dijeron Trump y Bolsonaro); responsabilizan o culpan a terceros (es un virus chino, dijeron Trump y Bolsonaro).
Luego de esta etapa, las reacciones se orientan a dos posibilidades, que no son necesariamente alternativas y pueden ser complementarias: Comunicaciones para disminuir o
reducir la crisis, que incluye pedir disculpas, aunque sin mucho énfasis; voluntad de mitigar los eventos, en sus efectos, tardíos y probablemente insuficientes, dada la gravedad de la situación; se justifican y auto justifican; minimizan el impacto y los efectos sobre los involucrados; comunicaciones para reparar la crisis, que incluyen: sufrimiento, argumentando sobre el sufrimiento propio y la organización; reafirman un futuro venturoso o no tan negativo, recordando a los involucrados lo bien que resolvieron la situación en el pasado; ofrecen una compensación a los involucrados, para balancear la crisis; aplica acciones correctivas para restaurar la normalidad y evitar que se repita; cooperación, en donde la autoridad gubernamental asume su incapacidad o insuficiencia para resolver la crisis, y recurre a opositores, OSC, empresas, para que colaboren y cooperen. O sea, el gobierno argentino, liderado por el Presidente y con el concurso de los tres poderes, incluidos opositores (aunque con algunas reservas en sectores antagónicos, como grandes productores agropecuarios, productores y exportadores de alimentos y grandes cadenas de distribución, productores de petróleo, energía) va cumpliendo mayoritariamente la agenda para reparar la crisis, sin haber incurrido en las reacciones habituales. Otros países, luego de recorrer las reacciones habituales hoy están procurando mitigar los efectos, pero poco o nada están haciendo para reparar la crisis.
El resultado final para Argentina será diverso, como diversa es la potencialidad de los territorios: las zonas ganadoras con recursos naturales exportables, podrán recuperarse más rápidamente; las zonas con recursos locales latentes podrán crecer nuevamente a mediano plazo, siempre que se reactiven, colaboren, cooperen y asocien; las zonas con actividades poco competitivas estarán rezagadas y su desarrollo dependerá de que logren revertir su capitalización social y económica; lamentablemente, las zonas rurales de baja productividad requerirán de un gran esfuerzo interno y externo para comenzar un proceso de desarrollo. Por ello, las únicas variables controlables para revertir los efectos de la pandemia Covid-19, son la actitud de los gobernantes para resolverla, y la actitud de los individuos y organizaciones para cambiar sus valores, cultura y paradigmas, hacia la colaboración, la cooperación, la asociación y la sostenibilidad de sus relaciones. En esa línea, podemos estar esperanzados, aunque actitudes individuales de ciudadanos, y algunas organizaciones que no ofrecen colaborar o cooperar, las contradigan y se cierren en sus círculos más cercanos, que los convertirán así en el mediano y largo plazo en las victimas de sus propias acciones.