Sr. Director:
A veces solo hace falta un hecho singular para que la famosa mariposa de la teoría del caos comience un huracán, así es que un hombre en sus últimos momentos de vida agita las alas de una nueva mariposa para que los Estados Unidos comience a arder, en un mundo que también es pastizal seco ante este gran incendio.
No puedo respirar, no puedo respirar…”, las últimas palabras de George Floyd no son distintas a las que se escuchan en miles de camas del mundo, donde pacientes con coronavirus luchan por inhalar un poco más de aire. La diferencia es que un policía racista puede asfixiar en ocho minutos, el virus tarda semanas con una letalidad mucho menor.
En su famoso El 18 de brumario de Luis Bonaparte”, Karl Marx comienza su obra diciendo La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”, haciendo referencia primero al ascenso de Napoleón Bonaparte como tragedia, y a la de su sobrino, Luis, como la farsa. A lo largo de la historia ya demasiadas son las farsas, pero la del tío Donald” Trump está mostrando ser una farsa distinta, más próxima a ser tragedia, este deja-vú” de Napoleón Bonaparte entrando a París es idéntico al ejército más poderoso del mundo tomando las calles de Washington y de todo país del Norte; esto es algo tan inédito como peligroso, por algo en la República romana no se permitía el ingreso del ejército a la ciudad de Roma.
El mundo es distinto al que se vivía en enero: miles de millones de personas encerradas en sus casas, atemorizadas por no morir asfixiadas, perdiendo sus trabajos, y atadas a noticias nefastas, dicen basta; no es casualidad que este levantamiento social se dé en el país con mayor cantidad de muertes y de contagios.
El proceso recién está comenzando, y al ritmo del virus que azota a los pueblos del mundo irá poniendo a prueba su paciencia y su descontento; las enormes y largas protestas de Hong Kong frenadas por la pandemia ya comenzaron de nuevo; las ardientes barricadas de Santiago y otras ciudades de Chile ya comienzan a arder otra vez; los chalecos amarillos se comienzan a pasear por las calles de París. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, dijo Salvador Allende, y parece que tampoco las pandemias pueden detener el clamor de justicia social.
Detrás de los saqueos a tiendas de grandes marcas, detrás de las piedras arrojadas, y de los gritos que se escuchan en las calles de EE.UU., hay un enorme desahogó social, pareciera que el último profeta vestido de Joker está bailando de nuevo. El ciudadano Floyd prendió otra mecha de las tantas que la historia ha mostrado, y atentas deben estar las clases gobernantes, ya que, como dijo Juan Perón, cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento”.
Lo saludo cordialmente,
Federico Javier Álvarez