Sr. Director:
En algunas ocasiones, es difícil determinar si algunas medidas sanitarias tomadas por el gobierno provincial están basadas en conveniencias electoralistas, compromisos inconfesables con grupos empresarios, o desconocimiento de asuntos vinculados a la salud de la comunidad, como es la escasa rigurosidad y observancia de las medidas conocidas para el tratamiento de la pandemia, y el destrato a los equipos de trabajo agobiados por la sobrecarga horaria y el estrés” (*Dr. Andrés de León, Consejo de Médicos, HDC 3/5/21), dedicados con incansable y heroico afán a atender las demandas de la población.
Pero hay otros ejemplos: el 3 de mayo y a toda página en HDC se publicó un aviso de las autoridades provinciales acerca de su declarado interés en la protección, acompañamiento y atención de las embarazadas cordobesas y sus recién nacidos, propósito claramente auspicioso, sin duda alguna. Ahí se anuncian ayuda económica, controles prenatales (de formidables beneficios para gestantes y neonatos), talleres de asesoramiento, y hasta ajuar y fular… Pero se incluye la provisión de leche maternizada” (es decir leche de vaca) ignorando que todas las madres, altas y bajas, bien o mal nutridas, princesas y plebeyas, latinoamericanas morenas, rubias vikingas suecas, negras africanas, irlandesas pelirrojas; también las de buen nivel socio económico o padeciendo innumerables carencias, astrónomas o coordinadoras de comedores barriales, analfabetas, profesoras universitarias, cajeras de supermercados; en fin, todas las madres son excelentes productoras de la mejor leche conocida y por conocerse para sus hijos, con la única condición de no ser reemplazada por las producidas por empresas que tienen como objetivo vender a sus pequeños clientes” (según afirman: un niño amamantado es un fracaso de comercialización; uno recibiendo sus productos es un éxito de ventas”).
Es inquietante que las autoridades propongan la leche de vaca modificada e industrializada, como si ésta fuera una mayúscula recompensa otorgada graciosamente a madres y familias, en lugar de estimular la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 (seis) meses, manteniendo esta fuente prodigiosa de nutrientes mientras se van incorporando otros alimentos, según lo indique el especialista. Las ventajas de ese modelo de nutrición natural son tantas, que ocuparían frondosas listas, y son también indiscutibles, tornando ridículo cualquier cuestionamiento. Vale la pena señalar solo algunas: crecimiento y maduración óptimos; clarísima menor ocurrencia de enfermedades (incluso las de aparición tardía); mayores habilidades cognitivas de los privilegiados que la reciben; y hasta varios e importantes beneficios para la madre.
La mejor alimentación posible no precisa biberones (como los que se muestran en el desatinado aviso), porque ya viene directamente empacada en fábrica, limpia, entibiada, desinfectada, siempre lista para su consumo, en dos prácticos envases anatómicos siempre garantizando su incuestionable calidad.
Casi no merecería señalarse que es gratis, aunque parece necesario recordar este detalle al Estado provincial, que no trepida en ofrecer, con intenciones dudosas, productos caros y de muchísima menor calidad, asumiendo un gasto inútil que bien podría destinarse a otros asuntos de máxima importancia.
Naturalmente, los productores de la llamada leche maternizada” intentan, a veces con cierto e inexplicable éxito, embaucar a los consumidores asegurando que su producto es como la leche materna”. Pero ya lo dijo un destacado pediatra porteño: la diferencia entre la leche de vaca y la leche de mujer, es la misma que hay entre una vaca y una mujer”.
Lo saludos atentamente,
Jorge Pronsato, médico pediatra