El 16 de septiembre pasado la Unión Europea (UE) dio a conocer su Estrategia para la Cooperación en el Indo-Pacífico; el día anterior EEUU, Australia y el Reino Unido habían dado a conocer la formación del AUKUS, un pacto de seguridad en el Indo-Pacífico. Una metáfora de situación perfecta para definir la imagen de Europa en el Pacífico: invisibilidad.
Tal vez la invisibilidad sea merecida en parte. La Estrategia Global de la UE para la Política Exterior y de Seguridad dedica a Asia viene decreciendo. El documento “La Estrategia Global de la UE. Tres años después mirando hacia adelante” tiene los mismos defectos.
Tomemos ahora el ejemplo de la conectividad. El presidente chino Xi Jinping lanzó la “Iniciativa de la Franja y de la Ruta” en 2013. A partir de 2016 la conectividad comenzó a convertirse en uno de los grandes temas. Desde muy pronto se vio que el concepto chino de conectividad, que se centraba sobre todo en la construcción de infraestructuras, no se correspondía con el europeo, que es más omnicomprensivo y pone mayor énfasis en la sostenibilidad. Aun cuando el reto geopolítico era evidente, la UE esperó hasta 2018 para dotarse de una estrategia de conectividad UE-Asia. Celeridad no es la palabra que viene a la mente.
El último ejemplo de esta tendencia a llegar tarde a lo que está ocurriendo en la región es el nuevo concepto de Indo-Pacífico. La idea del Indo-Pacífico fue lanzada por el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en 2007. Tardó algo de tiempo en tomar fuerza, pero para mediados de la segunda década del siglo XXI, Australia y la India –dos potencias clave en la región– ya la habían incorporado en su planificación de seguridad. Australia ya habló del Indo-Pacífico en su Libro Blanco “Australia en el Siglo Asiático”, de 2012, y más adelante en su “Libro Blanco de la Defensa”, de 2013. La India recogió el concepto en su “Estrategia de Seguridad Marítima”, de 2015. El término Indo-Pacífico comenzó a aparecer en el discurso estadounidense de política exterior en 2013.
Fue con la Administración Trump y la resurrección del Quad, en 2017, cuando el concepto de Indo-Pacífico terminó de abrirse paso y apareció la urgencia de elaborar estrategias para integrar este nuevo marco conceptual en el diseño de las políticas exteriores y de seguridad y defensa. Francia se dotó de una estrategia indo-pacífica en 2018; en 2020, tanto Alemania como los Países Bajos hicieron lo propio.
Europa, en cambio, no lo hizo, y tal vez por esa inatención la UE no parece un socio especialmente atractivo a quienes se han ocupado de adoptar estrategias indo-pacíficas específicas. Si atendemos a las estrategias sobre el Indo-Pacífico que han dado a conocer en los últimos años los miembros del Quad, se observa que apenas consideran a la UE como un socio con un valor añadido en la región. El episodio del AUKUS negociado a espaldas de EEUU es simplemente la confirmación de lo anterior.
Finalmente, el acuerdo de Biden ha dejado a Europa sin espacio en el Indo-Pacífico.
La aproximación de la UE a Asia ha constado tradicionalmente de tres patas: Relaciones estrechas con ASEAN, cuya centralidad en la arquitectura regional la UE apoya; Partenariados económicos y comerciales con cuatro socios vitales en Asia-Pacífico: China, India, Japón y Corea del Sur; y ASEM como foro de diálogo euroasiático.
Las tres patas han demostrado tener sus limitaciones. En el caso de ASEAN, a pesar de que en diciembre de 2020 elevaron el nivel de sus relaciones a la categoría de “estratégicas”, la realidad es que la UE no ha conseguido aún ser admitida en la Cumbre de Asia Oriental ni en la Reunión Ampliada de ministros de Defensa de ASEAN. La razón de fondo, nunca expresada abiertamente, es que ASEAN duda de que la UE tenga valor añadido en cuestiones de seguridad y defensa.
En el caso de los partenariados estratégicos, falta una visión de conjunto y hay un sesgo economicista y comercial que entorpece el desarrollo de unas relaciones más polifacéticas.
En lo que se refiere a ASEM, no ha cumplido completamente las expectativas con las que se creó. El diálogo se reduce generalmente a larguísimas negociaciones en torno a la Declaración de la Presidencia y a plenarios de jefes de Estado y de Gobierno que son más bien una sucesión de monólogos.
La Estrategia para la Cooperación en el Indo-Pacífico dada a conocer el pasado 16 de septiembre es un paso en la dirección correcta. La UE reconoce el nuevo marco conceptual indo-pacífico y lo incorpora a sus relaciones exteriores. La Estrategia presenta unos objetivos claros: un Indo-pacífico libre y abierto en el que cuente con socios fuertes a largo plazo. Habrá que ver si lo logra.