El domingo pasado se cumplieron nueve años de la elección de Jorge Mario Bergoglio como papa, en un contexto en el que su pontificado aparece dedicado a reformas estructurales de la curia y presenta un horizonte de viajes y planteos con los que busca desplegar temas como la situación de migrantes y refugiados y la preocupación por los descartados de la sociedad, al tiempo que continúa su reclamo para que la humanidad «salga mejor» de la pandemia de coronavirus.
Tras haber cumplido 85 años el 17 de diciembre, Francisco inicia el que será el décimo año de su pontificado con un cronograma para 2022 que incluye, entre otros temas, su primera visita a Oceanía y la promulgación de una nueva Constitución para la curia.
En el plano internacional, ya recuperado de la operación de colon a la que se sometió en julio del año pasado, Francisco planea retomar los viajes por el mundo. Tras no salir de Italia por la pandemia, en 2021 el papa no solo hizo la visita histórica a Irak en marzo, sino que además fue luego a Budapest y Eslovaquia, y cerró el año con una peregrinación promigrantes a Grecia y Chipre. Para este año, además del ya confirmado viaje a Malta para 2 y 3 de abril, durante el que la cuestión migratoria en el Mediterráneo volverá a ser central, y de la visita que hará a Congo y Sudán del Sur en julio, también están en evaluación otros viajes a Bahréin, Papúa Nueva Guinea, Timor del Este, e incluso Canadá, donde podría darse una histórica visita que busca llevar el pedido de perdón de la iglesia a las comunidades aborígenes del país.
En el plano interno, Francisco encabezó a fines de febrero la cuadragésima reunión con su consejo de siete cardenales asesores para definir el texto de la nueva Constitución Apostólica en la que trabajan desde 2013, «Prediquen el Evangelio», y con la que esperan reemplazar este año a la Carta Magna vigente, «Pastor Bonus», promulgada en 1988 por Juan Pablo II.
Con la nueva Constitución el papa busca plasmar «en lenguaje canónico» la reforma que impulsa desde su elección en 2013, con la incorporación con rango constitucional de sus decretos y leyes de lucha contra la pederastia y para promover la transparencia financiera. Los integrantes del consejo de asesores del papa que se reúne cada tres meses son el congoleño Fridolin Ambongo Besungu; los cardenales italianos Pietro Parolin y Giuseppe Bertello; el alemán Reinhard Marx; el estadounidense Sean Patrick O’Malley; el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, y el indio Oswald Gracias. De importancia será también la incorporación con rango constitucional de toda la nueva legislación en materia de lucha a la pederastia promulgada por Bergoglio, incluida la abolición del secreto pontificio para los casos de abusos, dispuesta a fines de 2019.
A lo largo de su décimo año, además, el papa comenzará a sentar las bases de uno de los grandes eventos que llegará a Roma en los próximos años: el Jubileo de 2025. En un trabajo que ya inició codo a codo con el Gobierno italiano, Bergoglio ya avisó que el lema será «peregrinos de la esperanza», en una señal que busca también dejar atrás la pandemia. Para el Jubileo, Francisco designó responsable de parte del Vaticano al presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, monseñor Rino Fisichella, quien ya tuvo a cargo la preparación de las iniciativas de visitas papales sorpresas conocidas como «Los viernes de la Misericordia» durante el Jubileo Extraordinario de 2016.
En Italia, en tanto, el primer ministro Mario Draghi delegó en el flamante alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, la coordinación con el nivel de Comisario de los trabajos del Estado para el Jubileo, además de la creación de una empresa pública que funcionará como órgano de contratación de las obras previstas y el establecimiento de un organismo de control sobre el progreso de las obras.
El de 2025 será el segundo Jubileo del Pontificado de Francisco: el primero fue el Año Santo de la Misericordia, proclamado mediante la Bula «Misericordiae Vultus», y se concretó del 29 de noviembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016, durante el que unos 20 millones de fieles llegaron a Roma, pese a que se habían abierto también de modo simbólico otras «Puertas Santas» en el mundo. Para 2022, mientras el mundo parece ir dejando atrás lo peor de la pandemia, el reclamo pontificio seguirá siendo que la humanidad no pierda la oportunidad de un cambio tras la irrupción del coronavirus.
Avanzó con algunos discursos en esa línea durante enero, cuando planteó que las vacunas son la «solución más razonable» contra la enfermedad y criticó la desinformación de los medios de comunicación en los tiempos difíciles de la humanidad. A menos de un mes de que el próximo 27 de marzo se cumplan dos años del rezo en el que Francisco lanzó el ya famoso «Nadie se salva solo» en Plaza San Pedro, el otro gran desafío de este año será ver si las condiciones epidemiológicas permiten al obispo de Roma volver a encontrarse todos los miércoles con los miles de fieles que buscaban su mensaje durante las audiencias generales hasta antes de la pandemia.