La miniserie El Eternauta es un verdadero furor en Netflix, y con ella se han disparado infinidad de opiniones y análisis sobre la historia, las actuaciones, el guión, los efectos y hasta los simbolismos que cada uno interpreta a su manera. Todo esto es ganancia pura para la producción protagonizada por Ricardo Darín, porque la conversación social gira en torno a ella.
Pero tanta sobreinterpretación, que a veces distrae, también puede llegar a agotar. En política, ese exceso de análisis suele usarse como herramienta para desviar la atención o confundir al adversario. Y eso lo tienen claro dos actores de la política local como Martín Llaryora y Rodrigo de Loredo.
El gobernador ordenó cesar con las especulaciones electorales de cara a octubre. ¿El motivo? Enfocar a todo su equipo en la gestión. En el caso del diputado nacional, el mensaje a los cuadros dirigentes llegó a principios de año, bajo una premisa clara: a la gente le irritan las disputas por cargos y listas; las asocian con “la casta”.
Ambos dirigentes están a la expectativa del primer round electoral de peso: el 18 de mayo, en la Ciudad de Buenos Aires. Ese día podría empezar a redefinirse el panorama político nacional, según lo que indiquen los resultados.
CABA como laboratorio y termómetro
Los libertarios están evaluando si su armado en solitario funciona, con Adorni como experimento. El tercer puesto en la constituyente de Santa Fe ya fue un aviso: si se repite, habrá que rediseñar estrategias, tal vez sumando alianzas con candidatos locales.
El PRO también enfrenta un desafío clave: la disputa se da en su propio distrito, y encima bajo la amenaza de un cisma si Rodríguez Larreta logra mostrar algún tipo de liderazgo entre el voto porteño.
Si libertarios o macristas tienen que recalcular en Córdoba, ese escenario es ideal para Rodrigo de Loredo. Se espera que lo disputen desde dos frentes para encabezar una boleta local. «¿Para qué anticiparse si todavía no hay un contexto definido?», se preguntan cerca del diputado, que apunta a renovar su banca, pero sobre todo a revalidar sus aspiraciones para 2027.
Por su parte, el gobernador Martín Llaryora también observa lo que pase en CABA con la esperanza de que eso acelere una definición de Juan Schiaretti. Aunque en su entorno insisten en que sigue construyendo estructura para su partido Hacemos por Argentina, el exgobernador no puede dejar de mirar encuestas donde Milei todavía retiene un apoyo importante en Córdoba, a diferencia de otras provincias.
Gestión, conflictos y gremios en pie de guerra
Enfocado en la gestión, Llaryora tiene varios frentes gremiales abiertos que amenazan el humor social. La pérdida del poder adquisitivo es tal que incluso los empleados judiciales —históricamente bien pagos— se declararon en pie de guerra.
El paro en los tribunales, que concluye mañana, fue leído desde El Panal como un error político del TSJ. Se había acordado que el 85% de la planta sea recategorizada y que el 15 de mayo se depositará la diferencia y el retroactivo. Alcanzaba con pedir paciencia y contener el conflicto. Pero el Alto Tribunal emitió una acordada en la víspera del 1º de mayo prohibiendo asambleas y manifestaciones (algo que hasta la OIT consideró ilegal) y eso fue la chispa que encendió aún más el conflicto.
Hoy, el Palacio de Justicia amaneció vallado, custodiado y con poca gente trabajando. Algunos vocales, como Sebastián López Peña, hicieron trascender su disidencia. Y no pocos se preguntan por qué un hombre del derecho laboral y con experiencia política como Luis Angulo avaló esa decisión.
Palacio 6 de Julio: recortes, silencio y señales
Los fuertes recortes que la gestión de Daniel Passerini viene haciendo en la planta política y entre los contratados han generado un clima de incertidumbre y angustia en cada piso del Palacio 6 de Julio. “Muchos contratados monotributistas son imprescindibles para el funcionamiento de varias áreas; algunos son técnicos irremplazables”, decía ayer una funcionaria de segunda línea, sin saber aún el alcance de los recortes en su repartición.
En clave política, todos remarcan que Llaryora no le intervino la gestión a Passerini. No cree en los dobles comandos para gobernar. Además, los primeros funcionarios que dejaron sus puestos en la Municipalidad tienen la mejor consideración del gobernador.
Sobre el desembarco de Matías Vicente —hombre de máxima confianza del ministro Guillermo Acosta— en el área de Finanzas, se dice que responde a la necesidad de dotar de volumen técnico una cartera que se volvió más compleja en este contexto de recortes y caída en la recaudación.
Un político que hoy está fuera de la gestión, pero conoce bien a ambos, lo resumía así: “No están enfrentados porque se necesitan y se respetan. Pero Martín va a otra velocidad y es muy pragmático. Siempre está enfocado en los resultados y nunca se olvida de que la capital representa un tercio del padrón provincial”.
Si esta noticia te interesó, podés registrarte a nuestro newsletter gratuito y recibir en tu correo los temas que más te importan. Es fácil y rápido, hacelo aquí: Registrarme.