Al presidente electo Javier Milei le coparon el gobierno en cuestión de días; Mauricio Macri quiere cobrarse el precio de su apoyo de contado. Por eso ya se aseguró un ministerio clave en la estructura de poder: en la cartera de Economía a Luis “Toto” Caputo. Patricia Bullrich pasa de un lugar a otro, pero estará también en el gabinete.
El nuevo gobierno se ensambla a cielo abierto. Esta es una novedad en la política argentina. Quizás la única, por el momento; todo lo demás huele a rancio. Son las rencillas de siempre, la puja por los cargos: prácticas de la vieja política, de la “casta”, esa que tanto detesta el líder libertario.
Sin dudas, el sello distintivo de este tiempo de transición son las renuncias que preceden a los nombramientos. Para el Banco Central sonaba fuerte Federico Sturzenegger (que ya presidió la entidad en los tiempos de Macri), luego se pensó en Damián Reidel, su “alter ego”; pero finalmente ninguno fue confirmado, y luego fue Toto Caputo el que tomará las riendas del BCRA, lo que constituye una garantía, para los bancos, de que el desarme de las Leliq -algo que obsesiona a Milei- se hará de manera cuidada. De hecho, las entidades financieras ya comenzaron con el procedimiento, migrando pesos de las Leliq, que vencen cada 28 días, hacia los pases del BCRA, a un día, lo que genera una sensación de riesgo sistémico. Se sedimenta así un pacto entre el futuro gobierno y los bancos: los banqueros no tienen ideología, su única bandera es el dinero. Caputo se reunió con un grupo de ellos y les pidió paciencia y les confirmó que no piensan hacer ninguna locura (léase: un nuevo Plan Bonex). Los banqueros salieron conformes, pero se mantienen expectantes. Está claro que la llegada de Caputo al ecosistema libertario y el alejamiento de Emilio Ocampo (portazo mediante) licuaron toda posibilidad de dolarización en el corto plazo. Y eso ha tranquilizado al mundo de las finanzas.
Mientras tanto, Javier Milei emprendió su primer viaje al exterior, el destino elegido fue EEUU. No podría haber sido de otra manera. La idea era sondear la posibilidad de recibir fondos frescos de parte del FMI, se especula que serían unos 15.000 millones de dólares. Más endeudamiento. Otra vez. En este tema Caputo es un verdadero experto, por eso mantuvo allá una agenda paralela a la del presidente electo.
Además de Caputo, lo acompañaron Nicolás Posee (futuro Jefe de Gabinete, de no haber ningún desplazamiento a último momento); Santiago Caputo, íntimo amigo de Mauricio Macri; el embajador de los EEUU en Argentina, Marc Stanley; y el poderoso empresario Gerardo Werthein, próximo representante argentino ante la Casa Blanca. También viajó Karina Milei (“El Jefe”), en su calidad de “primera hermana”, que no se despega de Javier por ningún motivo ni circunstancia.
En Nueva York, el presidente electo compartió un almuerzo con el ex presidente demócrata Bill Clinton, ya retirado de la política, y se hizo tiempo incluso para visitar la tumba del rabino Menachem Mendel Schneerson. Antes de las Paso había cumplido con el mismo ritual, promesas son promesas. Luego, ya en Washington, mantuvo reuniones con representantes del FMI, la Casa Blanca y el Tesoro, es decir, con los dueños de los dólares. Dicen que tuvo buena recepción, pero no hubo anuncios de nuevos de desembolsos de divisas. Demasiado ruido para tan pocas nueces.
Con relación a la Anses, se vivió una situación particular: Carolina Píparo, otrora candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires, ya había sido confirmada por el propio Milei para ser la nueva titular del organismo previsional, incluso tenía planificada una reunión con la directora saliente. Sin embargo, un día después se anunció que Osvaldo Giordano, el actual ministro de Finanzas de Córdoba, será el encargado de dirigirlo.
Giordano no es el único hombre de confianza del gobernador Juan Schiaretti que pasará a integrar las filas del gobierno nacional; también puede que lo haga el secretario de Trasporte, Franco Mogetta, y el libro de pases del schiarettismo sigue abierto, confirmándose la participación del mandatario cordobés como socio minoritario en el nuevo entramado de poder; ahora se comprenden mejor las duras críticas que el Gringo le propinó a Sergio Massa en plena campaña. En este sentido, sería inminente la confirmación de Daniel Tillard (quien desde hace 8 años preside el Banco de Córdoba) en la conducción del Banco Nación. Los apoyos políticos se pagan con cargos; esto era así antes, en la era de la vieja política y sigue siendo lo mismo ahora. No hay nada nuevo bajo el sol.
Milei está obligado a negociar; no tiene gobernadores propios y sus legisladores son insuficientes (37 diputados y 7 senadores) para imponer cualquier proyecto en el Congreso. Ya negoció con Macri y con Schiaretti; es evidente que venía haciéndolo desde antes con ambos: con Mauricio las primeras tratativas se habrían iniciado en 2022.
Del Milei inicial, rebelde y contestatario, queda poco y nada. Dijo que dinamitaría el Banco Central, pero Emilio Ocampo y Carlos Rodríguez, los encargados de llevar los explosivos, fueron rápidamente desautorizados y ambos ya se marcharon. Lo mismo sucedería con su renombrado plan de dolarización. Los representantes de la “casta” se han metido por la ventana. Los demás es puro cotillón, todo demasiado parecido al macrismo, o al menemismo.
Para un político que basó su discurso en la negación de la política, a la que considera como una actividad corrupta (todos los políticos son chorros, gritaba en campaña), hacer política, meterse en el barro de la política, implicaría tanto como convertirse en uno de sus pares. Sus primeros pasos van en esa dirección. Aunque sea prematuro y muchos aún no lo adviertan.