Sr. Director:
El objetivo avasallador que se lleva adelante en la faz aeronáutica del interior del país, más que una discusión entre las antiguas rivalidades entre unitarios y federales se trata de imposiciones ideológicas de sectores comprometidos en poner un cepo al aeroespacio, en contravención con las políticas de cielos abiertos que practican las naciones desarrolladas
Para entender mejor el concepto, estos acuerdos bilaterales o multilaterales, tendientes a facilitar el desarrollo de la aviación civil y comercial promoviendo el intercambio de bienes y servicios, negociaciones estas que se vienen efectuando desde el tratado de 2002 entre los Estados miembros de la OACI (Organización Internacional de Aviación Civil) donde la República Argentina es miembro, pareciendo ignorar dichos principios. No obstante, la realidad actual nos lleva a la aplicación de políticas inconsultas que, además de perjudicar seriamente a las economías regionales, llegan a la afectación del principio de libre circulación de las personas, el decaimiento y en algunos casos hasta el colapso de actividades industriales, comerciales y de servicios, donde el turismo pasa a ser uno de los sectores más perjudicado en circunstancias que el receptivo debieran acelerar el ingreso de divisas.
Los ejemplos y los reclamos sin respuestas acordes durante la pandemia abundan, con negación de operaciones aéreas en el interior del país, tomando como objetivo central dos escalas internacionales, como Córdoba y Mendoza, trabas e impedimentos para las aerolíneas de bajo costo, que posibilitaron que el argentino de menos recursos accediera al avión, como sucede en los principales países de Europa, Estados Unidos y en otras latitudes, privilegiándose localmente el monopolio estatal a través de la empresa de bandera Aerolíneas Argentinas, caracterizada últimamente por una atención despersonalizada donde se hace imposible modificar o reclamar derechos del pasajero, en lugar de incentivar la competencia incrementando el transporte aerocomercial.
Es como si el Estado y quienes viven de él, sin cuantificar recursos, se quisieran salvar de una gestión decadente influenciada por intereses de gremios que, por defender sus privilegios, atentan con fuentes ocupacionales que originaron numerosos puestos de trabajo, incorporando El Palomar, hoy desactivado como un aeropuerto alternativo para agilizar las operaciones, complementado en su momento por la reactivación de la Industria del Mantenimiento por intermedio de FADEA. Las imposiciones políticas de las que soporto y sigue sufriendo el interior del país son totalmente opuestas a los acuerdos internacionales en la materia. El “embudo aeronáutico”, el cual históricamente se practica en Buenos Aires, resulta inconcebible en la era de las comunicaciones y la carrera aeroespacial en que está lanzada la humanidad.
El cepo cambiario pasa a ser otro ingrediente más para que la economía del interior se desplome sin tenerse en cuenta que para que el país se desarrolle armónicamente es urgente promover el crecimiento y fortalecimiento de las regiones. Otro tanto acontece en el control y protección del espacio aéreo, donde las instituciones y fuerzas de seguridad necesitan contar con los medios y una justicia que garantice las sanciones para quienes ejercen el contrabando aéreo, la pesca furtiva y diversos delitos que van siendo cada vez más notorios.
En un país donde todo se improvisa y no se planifica, es imposible obtener buenos resultados en el corto, mediano y largo plazo. Si bien la aviación aerocomercial se encuentra seriamente afectada por la pandemia, las organizaciones internacionales, las aerolíneas y los propios gobiernos buscan alternativas de solución, produciéndose fusiones y rescates para evitar la caída del sistema productivo global, estableciéndose procedimientos consensuados entre los distintos sectores involucrados, que en los casos que nos afectan no son tenidos en cuenta. Esta situación extrema que se vive con pasajeros y cargas migrando a Buenos Aires con cuantiosos gastos por limitar los arribos internacionales parecen no ser atendidos, cuando los vuelos podrían operar con los mismos protocolos que Ezeiza, por contar los organismos que regulan la actividad aeronáutica con sus respectivas delegaciones regionales, lo cual hace presumir que se trata más de limitaciones ideológicas que relacionadas con políticas aéreas.
Jorge Adino De Bernardo, experto en temas aeronáuticos