Aristóteles, el padre el método científico, decía: “sólo sé que no sé nada”, priorizando o exagerando aquello que le faltaba conocer.
Preguntarse por qué ocurre lo que ocurre (y para qué hacemos lo que hacemos) es la base de la sabiduría, entendida como aquello en que se pueden explicar las cosas científicamente, y caminar hacia dónde queremos ir, lo que define nuestra filosofía de vida.
Intentamos buscar entender empáticamente algunos comportamientos que observamos, y que, con las explicaciones tradicionales, no logramos entender; por lo que buscamos ayuda de otros, que piensen distinto a nosotros, aunque tengamos visiones filosóficas inclusive contrapuestas.
No hacerlo tiene dos supuestos. El primero es considerar como sabihondos y arrogantes, que “ya sabemos todo” y los demás no saben o están equivocados; la segunda es considerar que no tenemos nada para hacer en ninguna de ellas, sometiéndonos a lo que hagan los demás que definirán nuestro destino.
Las siguientes son preguntas que quisiera responder (y aún no he logrado hacerlo):
¿Por qué muchos ciudadanos conservan esperanzas sobre una mejora de su situación económica personal, si su situación ha empeorado y prevén un empeoramiento de la situación general?
¿Por qué las mayorías todavía descreen de las formas de organización colectivas, si sus mayores logros fueron con familias, amigos y vecinos, y vemos que muchos éxitos ajenos –como los deportivos- se sostienen en grupos que cooperan sin priorizar lo individual?
¿Por qué tantas veces se considera que los pares son los culpables de nuestra mala situación económica personal, si lo que se observa es una enorme concentración de la riqueza en todos lados, de la que nosotros y nuestros pares estamos excluidos y/o somos sus víctimas?
¿Por qué se valora más a quienes se apropian de riqueza, que los que la generan, producen bienes y nos cuidan?
¿Por qué se minimiza el efecto del aumento de la deuda pública con altos intereses, si deberán ser pagados por las próximas generaciones, disminuyendo su acceso a beneficios previsionales, salud, educación…?
¿Por qué a los niños, púberes y adolescentes, se les niegan alimentos, desde los 13 años se los quiere considerar responsables penales, a los 16 años serían capaces de emitir su voto, y se deja sin control alguno que apuesten en línea compulsivamente?
¿Por qué aceptamos que es inexorable que existan incendios en las sierras en invierno y primavera, si sabemos que la mayoría de ellos los produce la ganadería, desplazada de las zonas agrícolas, que necesita destruir la capa herbácea y el sotobosque para que los bovinos puedan ingresar a alimentarse en las zonas que en su condición natural no lo permitiría?
¿Por qué los representantes del agro piensan que en algún momento se reducirán las retenciones a sus exportaciones o los impuestos a la importación de sus insumos, si el Estado no puede renunciar a recaudarlas, sobre todo cuando en el RIGI exime de esos tributos y facilita el acceso a mercado de cambios por 30 años a la foresto-industria, turismo, infraestructura, minería, tecnología, siderurgia, energía, petróleo y gas?
¿Por qué tantos emprendedores, comerciantes y profesionales buscan resolver lo inmediato y solitariamente, y no buscan asociarse con sus colegas para prestar servicios complementarios, aumentar su eficiencia y eficacia y obtener recursos y capital colectivo que ninguno de ellos puede tener individualmente?
¿Por qué algunos organismos multilaterales y de nuestro país dicen que “sobran adultos mayores jubilados”, y no dicen que “sobran multi y mil millonarios” en el mundo?
¿Por qué -especialmente en el mundo desarrollado- aceptan que un consumo irresponsable y una aceleración tecnológica sin límites son el camino hacia un mundo mejor y una situación personal sostenible?
¿Por qué, si vemos eventos climáticos extremos –sequías, inundaciones, incendios, calor y frío extremos, tornados, huracanes, deshielo masivo, pérdida de biodiversidad, epidemias, pandemias- no creemos que nuestras acciones individuales afecten al planeta y nuestra sociedad global?
¿Por qué muchos dirigentes de los países centrales creen que aumentar las tensiones geopolíticas y sus contribuciones a guerras son el camino para mejorar las vidas de sus ciudadanos, cuando ya es evidente que eso, además de las muertes y el sufrimiento que generan, disminuyen la generación de riqueza y empeora su distribución?
¿Por qué creemos democráticos a países con sistemas electivos arcaicos, que excluyen a muchos, financiados por grupos concentrados, tienen paraísos (o guaridas) fiscales donde esos financiadores ocultan su riqueza, restringen el acceso a esa información y están comenzando a controlar la vida privada de sus ciudadanos?
Son muchas preguntas sin respuestas claras, tal vez complejas y múltiples, en las que debiéramos indagar para comprender los comportamientos, de modo que en alguna (o algunas) de ellas podamos actuar desde nuestro entorno inmediato.