El verdadero balance de estas elecciones para Juntos por el Cambio no debe ajustarse sólo a la elección presidencial (donde el 40% de los votos deja muy bien parado al presidente Mauricio Macri para liderar la nueva oposición) sino que debe medirse también en Buenos Aires, distrito que resultó clave en su triunfo de 2015: ¿Cuánto ganó o perdió respecto a las elecciones que lo llevaron al poder en el principal territorio del peronismo? La derrota de María Eugenia Vidal es quizás el peor castigo para el oficialismo, no sólo porque la gobernadora se perfilaba como la figura de mayor proyección nacional del espacio, sino porque Cambiemos puso en juego también varias de las intendencias que supo arrebatar en el épico triunfo de hace cuatro años.
El 52 % de votos que anoche cosechaba Axel Kicillof (que superará las marcas históricas en la provincia de Antonio Cafiero en 1987 –cuando el histórico líder peronista fue elegido por el 46,8% de los votos– y Eduardo Duhalde en 1991 –con el 46%–), fundamental para el triunfo nacional del Frente de Todos, significaba el mayor batacazo del peronismo a nivel nacional porque prometía arrastrar algunos distritos emblemáticos ganados por Cambiemos hace cuatro años: sobre todo, Morón y Quilmes.
El peronismo de hecho se imponía en las primeras tres secciones electorales de Buenos Aires (que incluye a los grandes distritos de La Matanza y Lomas de Zamora, los más poblados del país) pese a las derrotas en Vicente López y San Isidro (que el oficialismo conseguía retener), mientras que Cambiemos ganaba en las otras cinco del interior bonaerense, donde Kicillof recuperaba votos pero no podía dar vuelta la supremacía de Vidal.
Además de Vicente López y San Isidro, terruños que nunca estuvieron en riesgo, Cambiemos lograba retener también La Plata (bastión donde Florencia Saintout soñaba con dar un batacazo), Lanús, Bahía Blanca, San Nicolás y Mar del Plata, por lo que el balance podía resultar bastante positivo para Cambiemos teniendo en cuenta los resultados de las recientes PASO.
Al cierre de esta edición, empero, perdía claramente en Quilmes y Morón, mientras se jugaba una dura disputa voto a voto con el peronismo en Pilar. La distribución final de bancas en la Legislatura completará el balance final, que será crucial para la gobernabilidad que podrá tener Kicillof, que enfrenta un desafío mayúsculo: debutar como gobernador en una provincia aún más endeudada que la Nación, con un nivel de pobreza estructural que en los últimos años sumó 1.700.000 de nuevos pobres y un sistema industrial desmantelado. El modo en que gestione las internas peronistas será la otra clave de su éxito o su fracaso.