(Por Damián Juárez)
La elección el próximo titular del PRO, prevista en principio para el mes de marzo, volvió a agitar la interna en el partido amarillo, que luego de la intensa puja que el año pasado libraron el exjefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich por la candidatura presidencial del espacio, y de esta forma, la fuerza política fundada por el expresidente Mauricio Macri vuelve a exhibir las disidencias internas que existen entre sus dirigentes para designar una conducción nacional.
La elección del PRO volvió a escena días pasados, cuando dos grupos de dirigentes emitieron cartas públicas para respaldar la postulación de Macri como conductor del partido que le permitió posicionarse como una figura política de relevancia nacional.
Primero fueron los titulares del partido en las distintas provincias, quienes mayoritariamente consideraron que el expresidente es «la persona indicada para llevar adelante este proceso de unidad» y agregaron que «su experiencia, liderazgo y visión son fundamentales para fortalecer el espacio para que el PRO siga siendo un actor protagónico en la escena política de nuestro país».
A esta primera carta del operativo clamor para que Macri vuelva a la presidencia del PRO se sumó una segunda, esta vez firmada por referentes nacionales cercanos al exmandatario, como Hernán Lombardi, Pablo Torello, Jorge Triaca, Esteban Bullrich, Fernando De Andreis, Guillermo Dietrich y Luciano Laspina, entre otros, quienes sostuvieron que el exmandatario «sigue liderando la vocación de cambio de muchos en Argentina».
Sin embargo, esto no implica que el expresidente tenga el camino allanado para alzarse con la titularidad del partido que fundó, ya que varios sectores internos podrían querer disputar esa supremacía.
Como advertencia, el diputado nacional Damián Arabia, cercano políticamente a Patricia Bullrich, salió a decir que el partido necesitaba un recambio «generacional», abriendo la puerta a nuevos liderazgos.
Bullrich, tras el triunfo electoral de Javier Milei, anunció que dejaba la presidencia del partido, y que no iría por su reelección, mientras confirmaba su designación como titular de la cartera de Seguridad en el gobierno de La Libertad Avanza (LLA).
La postura de Arabia refleja el desgaste en la relación que mantienen el expresidente y la actual ministra de Seguridad, y que surgió por las diferencias que ambos tuvieron durante la campaña electoral del año pasado, cuando la actual funcionaria del Ejecutivo nacional representó a Juntos por el Cambio (JxC) y terminó tercera en la carrera por alcanzar la jefatura del Estado.
Sin embargo, de cara al balotaje, tanto Macri como Bullrich fueron clave para aportarle al presidente Javier Milei los votos que necesitaba para consolidar el triunfo electoral que obtuvo ante el postulante de Unión por la Patria (UxP), Sergio Massa.
Ese acuerdo que el expresidente y la actual ministra sellaron con Milei en el llamado «Pacto de Acassuso», constituyó sin embargo el último acto que protagonizaron como sociedad política.
Macri y Bullrich se distanciaron ante la llegada de la funcionaria al Gobierno de Milei, y algunos dirigentes del PRO consideran que Patricia «se cortó sola» y no concensuó su arribo a la administración de Milei con el partido.
Otro frente que se abre para Macri en su intención de encabezar el PRO es la resistencia que podría llegar a ejercer Horacio Rodríguez Larreta, quien intenta recuperar la relevancia política que perdió tras la derrota que sufrió ante Bullrich en la interna que Juntos por el Cambio (JxC) celebró en las PASO del año pasado.
El extitular del Gobierno porteño retomó su actividad política con bajo perfil, pero siempre moldeando su posicionamiento de centro, alejado de lo que considera como posturas ubicadas muy a la derecha del espectro político.
Larreta nunca aprobó el pacto que la dupla Bullrich-Macri cerró con Milei y comenzó a reconstruir su imagen política rumbo al futuro, en principio con visitas y charlas políticas que comenzó a desplegar durante el verano.
Uno de esos encuentros tuvo lugar en los últimos días, cuando visitó al gobernador de San Luis, Claudio Poggi, además de otros encuentros con empresarios o referentes políticos.
Larreta también se distanció de algunas de las políticas del nuevo Gobierno nacional, y pidió que en el debate de la nueva ley «Bases» se cuide «a los jubilados», a la vez que pidió una fórmula de actualización de sus haberes que «los proteja».
También cuestionó el DNU 70/2023 emitido por el Poder Ejecutivo al sostener que «la Argentina necesita reformas pero no por decreto. El instrumento para que esto suceda es una ley del Congreso».
Nadie sabe de momento si esta postura de Larreta implicará que el mismo exalcalde o algún referente suyo intentará ir por la presidencia del PRO, pero lo que está claro es que no respaldarán a Macri.
Asimismo, un tercer bloque que tendrá incidencia en el futuro del partido lo conforma la llamada «liga de gobernadores», los 10 mandatarios de Juntos por el Cambio que tienen poder territorial, muchos de los cuales son del PRO.
De este grupo podría surgir incluso el llamado «recambio generacional» que podría intentar hacer fuerza para quedarse con la presidencia del partido amarillo.
Este núcleo de poder cobró fuerza en los primeros meses del Gobierno libertario, constituyéndose en un espacio de acción y coordinación política de la oposición ante la ley «Bases», sobre todo ante la declinación de las estructuras formales de Juntos por el Cambio.
También habrá que estar atento a otro escenario electoral para la interna del PRO: la estratégica provincia de Buenos Aires, donde tallan fuerte Guillermo Montenegro (intendente de General Pueyrredón), Soledad Martínez (jefa comunal de Vicente López) y Martín Yeza (diputado nacional y exintendente de Pinamar).
Uno de ellos podría ser el próximo titular del PRO en territorio bonaerense.