La adicción a la comida hace que se pierda el control y se actúe de manera compulsiva. Como ocurre con las drogas, el cerebro juega un rol importante y una intrincada red de neuronas hacen que no se pueda parar de deglutir.
Un equipo de investigadores, liderados por la Universitat Pompeu Fabra, descubrió cómo determinadas áreas corticales en el cerebro operan en la pérdida de control de la ingesta de alimentos.
La de la comida es una adicción asociada a la obesidad y a los trastornos alimentarios, cuya prevalencia aumenta año a año en todo el mundo. Con un importante impacto socioeconómico, no existen tratamientos efectivos y en ella se ponen en acción mecanismos neurobiológicos similares a los que actúan con las drogas. Ambos trastornos cerebrales son crónicos, provocados por distintas causas (genes o factores ambientales) y complejos.
En este nuevo estudio, publicado en Nature Communications, los investigadores identificaron los mecanismos neurobiológicos que permiten el desarrollo de un comportamiento de adicción a la comida. Para ello, emplearon un modelo en ratones que imita las anomalías de comportamiento asociadas con esta adicción en los humanos y conlleva a la pérdida de control: elevada motivación e impulsividad por la comida, además de una búsqueda compulsiva del placer a pesar de los efectos negativos de esta conducta.
El papel de la dopamina
Cuando comemos segregamos dopamina, un neurotransmisor que hace funcionar el circuito de recompensa del cerebro y produce placer. En las neuronas hay receptores para este neurotransmisor, si no la comunicación entre ellas sería imposible.
A su vez, en el cerebro actúa otro circuito que se encarga de controlar al de recompensa y así evitar que nos dejemos llevar por el placer. Esta parte más racional desempeña un papel crucial en la transición y la persistencia de la adicción. Al consumir muchas veces una sustancia, se modifica el sistema de recompensa y las vías neuronales asociadas, lo que provoca una alteración en el organismo.
La identificación de un área cortical específica en la pérdida de control de la ingesta de comida puede ser interesante para la prevención y tratamiento de este trastorno. Las áreas corticales son las estructuras cerebrales de máximo orden jerárquico para el control de la conducta y representan por consiguiente áreas cerebrales de un enorme interés terapéutico”, explica Rafael Maldonado, director del Laboratorio de Neurofarmacología-Neurophar de la UPF y uno de los líderes del estudio.
Los autores han demostrado que una activación de este circuito otorga mejor control sobre el refuerzo, mientras que una disminución de la actividad del circuito hace que se pierda el control inhibitorio y el animal sea más vulnerable a desarrollar una conducta adictiva.
Por ello, sugerimos que una posible terapia para esta enfermedad podría ser la estimulación de este circuito cerebral, para lo cual se dispone en el momento actual de técnicas bastante precisas”, añade Maldonado.
Una adicción similar a la de las drogas
Actualmente existe cierta controversia sobre cómo clasificar la ingesta abusiva de alimentos. Los investigadores refuerzan la idea de que esta adicción existe y tiene características comunes a la adicción a las drogas.
Los investigadores hallaron que los animales adictos muestran una disminución de la actividad del circuito relacionado a la recompensa y el placer. En cambio, los animales resilientes tienen el circuito más activo.
Para la investigación el grupo empleó un modelo animal que imita las anormalidades de comportamiento asociadas con la adicción a la comida en humanos, como son la pérdida de control, motivación, alimentación compulsiva e impulsividad. Se consigue modificando a los ratones las zonas del cerebro implicadas en este comportamiento.
En cuatro meses pierden totalmente del control” dice Rafael Maldonado. Hay animales que le dan más de mil veces a una palanca para que les caiga comida”. También otros que insistían en conseguir la bolita de alimento a pesar de recibir una pequeña descarga eléctrica. Algo parecido al comportamiento humano en la adicción, cuando se sigue comiendo a pesar de que llegue un momento en el que resulte desagradable.
Para el grupo, sus resultados podrían ser interesantes a nivel clínico en cuanto a la prevención y tratamiento de personas con problemas de adicción a la comida. Al identificar la vía que ejerce un control sobre la ingesta se podría mejorar la sintomatología de los pacientes.
Para Maldonado una opción factible en la actualidad sería la estimulación transcraneal, procedimiento para aumentar la actividad de las neuronas. De esta manera el circuito volvería a ejercer sus funciones de manera adecuada.