Más allá del juego presencial, la ludopatía también se expresa en entornos digitales y plataformas online, ampliando su alcance e impacto en la salud mental. Este trastorno, reconocido por el DSM-5 como una adicción no relacionada con sustancias, puede presentarse de forma episódica o persistente, y su gravedad varía entre leve, moderada y grave.
Según explica la Licenciada Juliana Lanza, Directora de Psicología de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP), se trata de una problemática que requiere atención profesional y abordaje específico, especialmente ante el avance de su versión digital.
Impulsividad y comorbilidades asociadas
La impulsividad que opera detrás de este cuadro es considerada un factor de riesgo en relación al juego patológico, y puede estar asociada a otro trastorno mental: los ludópatas suelen presentar una prevalencia elevada de comorbilidad con una frecuencia mayor cursando trastornos de personalidad, trastorno por uso de alcohol, trastornos afectivos y trastornos de ansiedad.
El trastorno del juego está relacionado con la impulsividad atencional y motora en presencia de señales relacionadas con el juego. La impulsividad es transdiagnóstica definida como la tendencia a realizar acciones que parecen precipitadas, expresadas apresuradamente, excesivamente arriesgadas y puede presentarse a través de conductas adictivas relacionadas y no relacionadas con sustancias.
La compulsión tiene como contracara a la impulsividad y se relaciona con la urgencia (negativa o positiva) por una gratificación o recompensa inmediata y no diferida. Acompañada en ocasiones a la búsqueda de sensaciones y significancia puede encauzar la tendencia a realizar actividades altamente emocionantes y, a veces, peligrosas: la búsqueda intencionada de recompensas y exposición a riesgos.
Ludopatía digital: un fenómeno creciente
En el caso del trastorno del juego se incluye el uso de internet y de diversas actividades específicas que se practican en línea acarreando consecuencias negativas, disfunciones e incluso deterioros para la vida cotidiana, el desempeño de tareas diarias y las relaciones sociales. El uso problemático del juego en línea y fuera de línea implica un problema de salud pública relevante y debe ser evaluado por profesionales de salud mental para su tratamiento.
Tal vez te interese leer: Tu cerebro no es multitasking: hacer mil cosas a la vez te hace rendir menos
Alcance poblacional y criterios diagnósticos
Se estima que el trastorno del juego afectaría al 3% de la población mundial (adolescente y adulta), y se caracteriza por los siguientes criterios diagnósticos (CIE-11, OMS):
1. Control deteriorado sobre el juego (inicio, frecuencia, duración, interrupción)
2. Se dio mayor prioridad a los juegos sobre otras actividades (cotidianas)
3. Continuación o intensificación del juego a pesar de las consecuencias negativas (por
ejemplo, conflictos familiares, dificultades educativas o profesionales, resultados
negativos para la salud)
4. Angustia marcada y/o deterioro funcional (por ejemplo, en la vida personal, familiar o
social)
La ludopatía, en todas sus formas, requiere ser comprendida como una problemática compleja que dejó de ser entretenimiento a partir de que se juega, más allá de la voluntad, a volver perder. Está fuera de control de la voluntad por ello es compulsivo.
Su abordaje debe incluir tratamientos individuales, probablemente duales, y debe haber también estrategias de prevención, de regulación del acceso al juego y una mayor concientización social sobre sus efectos para desestigmatizar y valorar sus riesgos. Reconocer la ludopatía a tiempo es clave para evitar un deterioro mayor en la calidad de vida de quienes la padecen y sus familias.