La fecha recuerda aquel mediodía de 1983 en el que Raúl Alfonsín asumió la presidencia tras ocho años de dictadura cívico-militar. Miles de personas colmaron la Plaza de Mayo en un clima de celebración colectiva, expresado en una consigna que atravesó generaciones: “el pueblo unido jamás será vencido”.
El retorno democrático no sólo implicó la recuperación de las instituciones, sino que reabrió el camino hacia un ejercicio activo de libertades civiles y políticas. La efeméride quedó establecida por la Ley 26.323, con el propósito de promover en las nuevas generaciones el valor del voto popular, el pluralismo político y el ejercicio ciudadano.

Por eso, todos los años escuelas, organismos públicos y organizaciones sociales desarrollan actividades con el objetivo de fortalecer una memoria democrática que destaque la importancia del voto popular, la pluralidad y la unidad en la diversidad.
El retorno democrático fue mucho más que un cambio institucional: significó la reaparición de derechos vulnerados y el inicio de una construcción colectiva todavía en curso.
¿Qué significa «Democracia»?
La democracia, cuyo origen etimológico remite al “poder del pueblo”, es entendida hoy como un sistema representativo basado en la participación ciudadana. En la Argentina, ese principio se ejerce de manera representativa, tal como establece la Constitución Nacional, a través de elecciones libres, secretas y obligatorias. Pero, lejos de limitarse a los comicios periódicos, la democracia supone participación social, debate público y control sobre los representantes.
Filósofos como John Dewey sostuvieron que la democracia es, sobre todo, una forma de vida que puede practicarse en cualquier ámbito: la familia, la escuela, las organizaciones. Aunque imperfecta, se fortalece con la participación activa y el compromiso cotidiano.
Justicia y memoria: pilares democráticos
El fortalecimiento institucional estuvo estrechamente ligado a los derechos humanos. Los juicios a los responsables de la última dictadura, impulsados tras la anulación de las leyes de impunidad, como la ley de obediencia debida y punto final marcaron un precedente que convirtió a la Argentina en referente internacional.
Sin la lucha incansable de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, seguido del reclamo sostenido de la sociedad, difícilmente se habría alcanzado ese nivel de reparación histórica. La idea de que miles de crímenes aberrantes podían cerrarse por decreto bajo el argumento de la obediencia, o simplemente por el paso del tiempo, demuestra la profundidad del pacto silencioso que intentó sellarse para que la democracia naciera condicionada.
Y sin embargo, fue la propia sociedad (organismos, sobrevivientes, familiares) la que no aceptó ese cierre en falso. Esa búsqueda de «memoria, verdad y justicia», así este lema se convirtió en un pilar referente de la democracia argentina.
Derechos humanos: esenciales, cotidianos y en disputa
El 10 de diciembre también coincide con el Día Internacional de los Derechos Humanos, fecha que conmemora la firma de la Declaración Universal de 1948.
En un mundo atravesado por conflictos e incertidumbres, Naciones Unidas recuerda que los derechos humanos no son conceptos abstractos: están presentes en la vida diaria, desde la libertad de expresión hasta el acceso a la educación, el trabajo, la seguridad y la igualdad ante la ley.
Con más de 75 años de historia y traducida a más de 500 idiomas, la Declaración continúa siendo la base de políticas globales y un punto de partida obligado para pensar el presente.
Un día, dos conmemoraciones
A 40 años de la restauración de la democracia, parece pertinente insistir en que la participación ciudadana y la defensa de los derechos humanos son pilares inseparables.
La experiencia nacional demuestra que los retrocesos se evitan con más democracia y más compromiso social y político. Es decir, que la verdadera acción contestataria, todavía hoy, es recordar que ningún gobierno garantizó por sí mismo justicia. La justicia existe porque hubo quienes nunca aceptaron negociar principios ni memorias por estabilidad política u económica.
Y porque todavía hay quienes sostienen que la democracia no se completa celebrando elecciones, sino poniendo límites reales al poder que alguna vez secuestró, torturó, desapareció y quiso borrar toda resistencia.
Emmanuel Lorenzo lo dijo «Ahora que hemos reinventado el lenguaje para que pasado también signifique memoria, nos queda hacer escuela, para que futuro Nunca Mas signifique olvido«.
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