La primera semana de la Conferencia de las Partes (COP27) sobre cambio climático cerró con pocos avances a nivel global, pero con un protagonismo inédito de los países sudamericanos, que anunciaron el lanzamiento de una «alianza amazónica» para proteger el mayor pulmón del planeta, en línea con un reclamo de recursos financieros llevado a Egipto por movimientos y pueblos originarios de la región.
Al mismo tiempo, los países de América latina reunidos en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) unificaron sus posiciones en una declaración conjunta en la que reafirmaron la importancia de coordinar sus posiciones en los foros multilaterales para articular en las negociaciones climáticas.
El documento también pide fortalecer el rol del Grupo América Latina y el Caribe (Grulac), según relató, desde la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, el periodista Fermín Koop en un artículo para el portal de noticias especializado Dialogo Chino.
La nota también insiste en que los países desarrollados deben proveer recursos hacia los países en desarrollo para financiar sus daños y pérdidas, al tiempo que insta a fomentar el desarrollo de instrumentos de financiamiento como los bonos soberanos, los fondos de garantía y los canjes de deuda por acción climática.
Pero antes de la presentación de ese documento, los presidentes de Colombia y Venezuela, Gustavo Petro y Nicolás Maduro, de los pocos de la región que participaron de la cumbre de líderes de la COP27, exhortaron a establecer una «gran alianza amazónica».
El mandatario colombiano llamó a abrir un fondo que debería contar con el aporte de los países directamente involucrados en la iniciativa, pero que también necesitará el aporte de empresas y otros Estados.
Un día antes ya había anticipado que Colombia aportará 200 millones de dólares anuales durante 20 años para ese fondo.
Para ello deberán reactivar el Tratado de Cooperación Amazónica (TCA), un acuerdo de 1973 que reconoce la naturaleza transfronteriza de la selva amazónica y promueve un desarrollo armónico de esa región.
Durante el anuncio, los líderes sudamericanos aprovecharon para celebrar la vuelta al poder de Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, considerado una pieza clave para proteger ese territorio que solo en el último año perdió 1.000 kilómetros cuadrados de selva, el peor dato desde 2015, cuando se empezó a tomar ese registro.
Los datos se divulgaron cuando faltan dos meses para que Jair Bolsonaro, un negacionista del cambio climático, termine su mandato.
Según WWF-Brasil (Vida Silvestre Brasil) el aumento de la deforestación junto con el número de incendios «se disparó» después de la derrota de Bolsonaro, mostrando «una carrera desenfrenada por la devastación».
Durante su mandato, la deforestación anual promedio para la expansión del área para agricultura y ganadería aumentó un 75% en relación a la década anterior.
Lula, quien llegará mañana a Sharm el Sheij invitado por la presidencia egipcia de la COP27, prometió en campaña reactivar las políticas de protección de la selva y combatir la deforestación.
Con una misión complementaria, organizaciones y pueblos originarios de la Amazonia llegaron a la Conferencia de las Partes con un reclamo que también es clave: un mecanismos para que los recursos financieros que se prometieron en la COP26 de Glasgow (2021) finalmente lleguen.
El año pasado, Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido, Países Bajos, Noruega y empresas privadas prometieron 1.700 millones de dólares en cuatro años para los pueblos originarios, sin embargo no se especificó la forma en la que se harían efectivos.
En esta edición, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica), junto con Opiac (Colombia); la Organización Regional de los Pueblos Indígenas del estado Amazonas (Orpia, Venezuela) y la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) llevaron a Egipto una propuesta para regular el acceso a esos fondos mediante la creación de agencias interculturales que administren y ejecuten ese presupuesto.
La región amazónica, que ocupa siete millones de kilómetros cuadrados en los territorios de Brasil, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Guayana, Surinam y Guyana francesa, representa el 40% del bosque tropical del mundo.