El conductor del auto en el que viajaba Valentín Blas Correas (17) cuando fue asesinado de un balazo policial durante un control vehicular realizado en agosto de 2020 en la ciudad de Córdoba, declaró este martes como testigo, junto a otra amiga de la víctima (Camila), en el juicio que se les sigue a 13 efectivos acusados por el homicidio y posterior encubrimiento de joven.
Se trata de Juan Cruz Camerano Echavarría (21), quien conducía el Fiat Argo en el que iban los jóvenes al momento del ataque y de otra integrante del grupo, Camila Tosi (19), cuyos testimonios se suman a los aportados la semana pasada por Mateo Natali (19) y Cristóbal Bocco Cámara (19).
Ambos declaran desde esta mañana ante la Cámara 8va. del Crimen y el jurado popular que comenzó a las 9.
En las primeras horas del proceso judicial, Camerano visiblemente conmovido relató en la audiencia cómo fue el episodio de la moto y el control del Pizzurno. “Veo al policía desenfundar un arma y cómo de cerca levanta el arma. Me asusté y seguí de largo. El ruido fue como que nos tiraban piedras y siento que se me iba el auto”, comenzó a relatar el adolescente.
Camerano atestiguó en el inicio del juicio que recién se da cuenta de lo sucedido cuando ve el vidrio roto de su auto. Luego, contó cómo fue la odisea de conseguir el hospital más cercano. «Vamos al (sanatorio) Aconcagua, llegamos y Camila (Tosi) baja corriendo pidiendo ayuda. Lo trato de bajar a Blas, apenas si pude apoyarlo en la calle. Recuerdo su mirada, como agonizaba y pedía ayuda. Un señor que dice no lo van a atender”, recordó su amigo en la audiencia.
En el medio del relato, Camerano afirmó que en la misma cuadra se le cruzó una moto policial y le comentan lo que había sucedido. En ese momento, la reacción del policía, según indicó el joven, fue decirle que se tire sobre el capó del auto y acusarlo de haberle disparado a Blas.
“Blas seguía vivo, escuchaba como luchaba por respirar. Respiraba fuerte. Jamás olvidaré ese ruido”, continuó declarando Camerano.
“Los policías no hacían nada, lo dejaron que se muera”, afirmó luego ante la escucha de los jueces presentes. “Trato de buscar el celular para avisar y dos policías me ponen las rodillas en la espalda y me tiran sobre calle. La policía nunca hizo nada”, agregó.
Lo más doloroso sucedió luego, cuando Camerano se enteró de que Blas había muerto una hora después porque un chófer de la ambulancia le dijo. A partir de ese momento «no le veía sentido a la vida”, cerró el adolescente tras relatar la situación enmarcada de mucho lamento.
Lo sucedido y cómo va la causa hasta ahora
La instrucción de la causa elevada a juicio determinó que en la madrugada del 6 de agosto del 2020 Camerano Echevarría (20) conducía un Fiat Argo, junto a cuatro amigos compañeros de colegio, entre ellos Blas, quienes habían acordado encontrarse para ir a un bar.
Cuando circulaban por la avenida Vélez Sarsfield y Romagosa, del barrio Colinas, en el sur capitalino, los jóvenes siguieron de largo en un control policial de prevención.
En ese marco, el cabo 1° Lucas Damián Gómez (37) efectuó cuatro disparos con su arma reglamentaria contra el automóvil “con intención de matarlos”, según el requerimiento de elevación a juicio.
Por su parte el cabo 1° Javier Catriel Alarcón (33), que también se encontraba en el puesto de control, “en acuerdo tácito (con Gómez) y aportando al plan común de dar muerte a los ocupantes del vehículo”, también efectuó dos disparos sobre el vehículo en marcha “a sabiendas que no había justificación legal para ello”.
El conductor, Camerano Echavarría, en su testimonio durante la instrucción de la causa dijo que cuando estaba por frenar el automóvil en el control vio que uno de los efectivos “levantó el arma» y le «apuntó», por lo que se asustó y aceleró.
La acusación sostiene que Gómez y Alarcón desplegaron conductas «en contra de la normativa que regula el debido uso de las armas reglamentarias por parte de las fuerzas de seguridad”. Las pericias determinaron que uno de los cuatro disparos efectuados por el suboficial Gómez impactó sobre la zona de la escápula derecha de Valentín, que le ocasionó lesiones en el lóbulo inferior del pulmón derecho, la vena cava inferior y el ventrículo derecho, determinándose que la causa eficiente de la muerte fue por traumatismo de tórax causada por el proyectil.
Los demás ocupantes no sufrieron heridas, no obstante uno de los disparos traspasó el apoyacabeza y la capucha de Bocco Cámara, a milímetros de su cráneo.
Posteriormente, y con el objetivo de simular un enfrentamiento con un grupo armado, los policías «plantaron» un arma en las cercanías donde luego fue interceptado el automóvil con los chicos, en la intersección de Chacabuco y Corrientes, donde Valentín ya había muerto, añade la acusación.
Ante de llegar a ese lugar, los amigos llevaron al adolescente hasta el sanatorio Aconcagua, donde se negaron a atenderlo, y, por esa desatención, se tramita otra causa que fue elevada a juicio.
Tres empleados de ese sanatorio (Sergio Casalino Guadalupe Moya y Paola Andrea Mezzacapo) están imputados por «abandono de persona» y «omisión de auxilio».
Los suboficiales Gómez y Alarcón llegan al juicio como «coautores de homicidio calificado por haber sido cometido en abuso de su función y homicidio agravado por el empleo de armas de fuego, homicidio calificado por abuso de su función en grado de tentativa reiterado -cuatro hechos- y homicidio agravado por el empleo de armas de fuego en grado de tentativa reiterado -cuatro hechos”.
En tanto, los restantes acusados, todos policías, son Sergio Alejandro González, Wanda Micaela Esquivel, Yamila Florencia Martínez, Walter Eduardo Soria, Enzo Gustavo Quiroga, Jorge Ariel Galleguillo, Leonardo Alejandro Martínez, Rodrigo Emanuel Toloza, Ezequiel Agustín Vélez, Leandro Alexis Quevedo y Juan Antonio Gatica.
Los cargos que enfrentan son de «falso testimonio, encubrimiento por favorecimiento personal agravado por la calidad funcional y omisión de deberes de funcionario público».