Un equipo de investigadores del Instituto Antártico Argentino (IAA) desarrolló sensores equipados con monitores de temperatura y humedad además de cámaras fotográficas que durante el mes de febrero fueron instalados en un glaciar cercano a la base Marambio como parte de un proyecto que busca vigilar en tiempo real las grandes masas de hielo de la Antártida.
Las imágenes y los datos meteorológicos capturados por los sensores son transmitidos en tiempo real y están disponibles a través de la web http://dna-test.mincyt.gob.ar/glaciares.php que permite observar la Antártida desde cualquier lugar del mundo con acceso a internet.
La iniciativa del departamento de Glaciología del IAA fue financiada por el Ministerio de Defensa a través del Programa de Investigación y Desarrollo para la Defensa (Piddef) ya que los datos meteorológicos recabados por los sensores también son útiles para la elaboración de pronósticos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y para la operación de aviones y helicópteros en el aeródromo de la base Marambio.
Sebastián Marinsek es ingeniero en Electrónica, graduado de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), y se desempeña como jefe del Departamento de Glaciología de la Coordinación de Ciencias de la Tierra del Instituto Antártico Argentino (IAA). Su área de estudio está relacionada con el balance de masa y la dinámica de los glaciares antárticos y el sensoriamento remoto.
En diálogo con el periodista Julio Mosle, Marinsek señaló que «haber podido desarrollar estos sensores en base a nuestras necesidades y haberlos podido instalar nos va a proveer de mucha más información para comprender los glaciares y su comportamiento; hasta ahora nuestra manera de conocerlos era a través de visitas anuales y de imágenes satelitales».
“Nosotros vamos cada año en el mes de febrero para hacer investigaciones de campo y a lo sumo tomar datos de algún sensor que estuvo recabando datos desde nuestra última visita, pero si por ejemplo se registra un evento importante o algún sensor dejaba de funcionar en marzo no nos enterábamos hasta verano del año siguiente”, aclaró.
“El glaciar Bahía del Diablo está en la isla Vega, a unos 60 kilómetros al norte de la base Marambio. Es un glaciar que visitamos cada verano para monitorear su evolución y fue ahí donde hicimos en 2012 las primeras pruebas con un enlace con la central telefónica de la base Marambio para determinar el nivel de señal”, recordó.
Y añadió que “a partir de esa experiencia, al año siguiente comenzamos el desarrollo de estos sensores pensando en que se podía hacer a través de radio enlaces dedicados”.
El investigador sostuvo que “con el financiamiento del Piddef en 2015 comenzamos a instalar equipos para evaluar la conectividad que se podía conseguir y que dificultades presentaba la meteorología para el funcionamiento de los sensores; en cada dispositivo se aplicaban los conocimientos, experiencias y aprendizajes que se obtenían de los anteriores”.
“La instalación de redes de telefonía 3G y 4G en la base Marambio por parte de Movistar facilitó mucho el desarrollo de esta nueva versión de monitores porque para los más cercanos a la base ya no dependíamos de los enlaces satelitales que son más costosos de adquirir y operar», explicó.
Marinsek indicó que “además como criterio el desarrollo de los equipos se hizo adquiriendo sensores comerciales de una gama media que quizás no son los que tienen la mayor precisión del mercado, pero que se mantienen en un rango más que aceptable y por su menor costo nos permitieron construir más monitores y llegar a más lugares y, en el caso de perder alguno, son más baratos de reponer”.
El ingeniero detalló que “durante enero pasado gracias al apoyo logístico del Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) se pudieron instalar tres monitores conectados a través de 4G y otros dos monitores conectados a la red Iridium de telefonía satelital”.
“Además estamos terminado de hacer ajustes en otros dos monitores que no llegamos a instalar por la cantidad de días en los que no pudimos volar por mal clima y tenemos la expectativa de poder enviarlos a Marambio pronto para ver si el personal de la base puede dejarlos instalados durante el invierno en la Isla James Ross y en la base Matienzo y que comiencen a producir datos este mismo año».
“Antes dejábamos una estación meteorológica tomando datos y los íbamos a buscar un año después. Si había una ola de calor como la que se registró en marzo nos enterábamos un año después, ahora estamos monitoreando glaciares con datos y fotografías que se actualizan cada 30 minutos lo que en la práctica es lo mismo que en tiempo real, podemos identificar con precisión el momento en el que comienza la temporada invernal y cuando termina en base a las imágenes de la nieve y el hielo en la superficie del glaciar», resaltó.
En ese sentido agregó que «el estudio de los glaciares requiere de trabajo de campo, de monitorear con la mayor recurrencia posible la evolución del cuerpo de hielo. El rompimiento de la barrera de hielo Conger que se registró hace unas semanas fue detectado por imágenes satelitales, pero hay satélites que pasan por determinadas zonas cada 16 días y si justo estaba nublado puede pasar un mes sin imágenes.
«Estos sensores son una alternativa que además puede ser replicada en cualquier zona donde sea necesario, teniendo en cuenta la disponibilidad de conectividad», destacó.
Los «monitores incluyen sistemas de posicionamiento global GPS, cámaras, sensores de temperatura y humedad, la posibilidad de conectarse a través de redes 4G o de telefonía satelital, y se abastecen de energía solar, por eso cada equipo se puede configurar para que se mantengan activos sólo los componentes que se necesitan en cada lugar, de manera que se pueda ahorrar energía, teniendo en cuenta que las condiciones climáticas pueden afectar la integridad de los paneles solares o la estanqueidad de las baterías», precisó.
«Además de los sensores que se instalaron en el glaciar Bahía del Diablo, también se colocó uno en la base Marambio junto al SMN para calibrar las mediciones, y tenemos previsto para el año que viene instalar monitores que no se pudieron colocar este año en cercanías de otros glaciares de la barrera de hielo Larsen y en las otras bases antárticas argentinas. Disponer de los datos durante el año nos va a permitir planificar mejor nuestra campaña del próximo verano y además contamos con la ventaja que si algún equipo se pierde o daña, los datos ya fueron transmitidos», completó Marinsek.
La base Marambio se encuentra ubicada en la isla del mismo nombre sobre el mar de Weddell al noreste de la península antártica y a 3.304 kilómetros de Buenos Aires. Las temperaturas en el lugar llegan a los treinta grados bajo cero y los vientos a 120 kilómetros por hora. Estos fuertes vientos, a su vez, son los que evitan una gran acumulación de nieve en la zona de su meseta.