Abordar el contexto del 9 de julio de 1816, en el que las Provincias del Río de la Plata decidieron caminar unidas hacia la independencia -a pesar de las diferencias y los proyectos en pugna, sirve al proceso de enseñanza y aprendizaje escolar como un marco para pensarnos hoy como país y nación.
Esta tarea convoca a un compromiso particular en los diferentes niveles de las escuelas, ámbito desde el cual es posible impulsar una celebración con sentido de encuentro, participación e integración de la comunidad.
En este marco, el área de la Dirección General de Desarrollo Curricular, Capacitación y Acompañamiento Institucional del Ministerio de Educación propone a las distintas instituciones educativas llevar a cabo actividades de reflexión, interpretación y resignificación de la Declaración de la Independencia Argentina, y de la historia en general y sus usos.
Para ello, es necesario superar el abordaje de los acontecimientos históricos desde la simple efeméride y diseñar propuestas formativas que incorporen la complejidad de los procesos, la multidimensionalidad, la diversidad de actores, interpretaciones, fuentes y perspectivas.
Cuestionar las reconstrucciones históricas puede tornarse inquietante, pero también aporta a conformar una oportunidad para devolverle al pasado su conflictividad. El día de la Independencia de nuestro país no queda exenta de esa disputa por la memoria, de las distintas miradas y de los interrogantes que se entrecruzan, se yuxtaponen y entran en tensión, sobre todo cuando nos referimos a las fechas de carácter nacional.
En este sentido, Mariano Campilia, subcoordinador del Área de Desarrollo Curricular de la Dirección General de Desarrollo Curricular, Capacitación y Acompañamiento Institucional del Ministerio de Educación sostiene que “es importante poder pensar qué significó en aquella época y qué significa hoy el concepto de independencia y soberanía, porque en 1816 implicaba que el poder político dejaba de estar en manos del rey de España y que los criollos asumían el rol de ser libres y tener un país independiente. Si bien había un consenso para independizarse, no sabían qué forma de gobierno implementar. Por eso, hoy debemos debatir sobre esos conceptos y también sobre la diversidad de actores sociales que estaban involucrados y no se conocían”.
Campilia señala además que “los docentes y las autoridades escolares deben pensar en los jóvenes y trabajar con ellos, dándole valor a las instancias de participación colectiva, de debate, e intercambio de ideas que ellos tienen”.
De esta manera, es fundamental considerar en las aulas la inherencia del conflicto y el consenso en el cambio social, y transmitir a los estudiantes la importancia de involucrarse activamente en la construcción de la realidad. “La independencia de la Nación se sostiene entre todos; fortalecer y renovar sus sentidos es una tarea cotidiana”, agrega el profesional.
Otorgar un espacio al debate sobre la memoria, la identidad, la construcción de interpretaciones sobre el pasado desde el presente en el aula es una forma más de conmemorar y resignificar nuestra historia.