El pueblo argentino tiene una larga historia de festejos y manifestaciones populares de alcance masivo que son el antecedente de la fiesta indescriptible que se vive hoy con la llegada de la «Scaloneta» tras ganar el Mundial de Fútbol de Qatar.
El 17 de noviembre de 1972 comenzaba a cerrarse un ciclo de persecuciones y dictaduras; tras 17 años de exilio y proscripción Juan Perón regresaba a la Argentina.
En una jornada lluviosa, desde muy temprano esa mañana la multitud se congregó en el aeropuerto de Ezeiza, a pesar de los retenes militares que les impedían avanzar, para reencontrarse con el líder que volvía al país.
De ese reencuentro surgió «el Día de la militancia» que se celebra hasta ahora en homenaje a la fidelidad de esas masas al fundador del peronismo.
Una década después una vista religiosa volvió convocó multitudes.
Juan Pablo II, quien fue canonizado por Francisco en el 2014, visitó dos veces la Argentina; la primera, en 1982, días antes del fin de la guerra de Malvinas.
Aquel viaje duró 31 horas y constituyó un «hecho inédito» en la diplomacia vaticana: fue organizado en tiempo récord para mostrar un balance tras la visita que el Pontífice había hecho a Gran Bretaña solo dos semanas antes. La visita, de todas formas, se había programado mucho antes del conflicto bélico.
Al llegar a Buenos Aires tras una breve parada en Río de Janeiro, el Papa despejó cualquier duda sobre su objetivo central en la peregrinación: pronunció 39 veces la palabra «paz» en medio de la lluvia del 11 de junio, en lo que constituyó un histórico discurso apenas bajó del avión en el aeropuerto de Ezeiza.
Las calles se llenaron de jóvenes que lo vivaron a lo largo de todo el recorrido.
La segunda visita de Juan Pablo II se produjo en 1987, para las III Jornadas Mundiales de la Juventud, y allí el Papa llevó su mensaje a nueve ciudades del país.
Antes de eso, en 1983, el retorno de la democracia tras la sangrienta dictadura, con la llegada a la presidencia del radical Raúl Alfonsín, convocó otro festejo histórico.
El 30 de octubre de 1983 marcó un antes y un después para la Argentina y su sistema político: en esa jornada histórica, Alfonsín ganó los comicios.
Pero 4 días antes, en el cierre de su campaña, había congregado a más de un millón de personas frente a un escenario montado en el Obelisco porteño.
«Hay dos propuestas, dos ideas, pero un solo pueblo», subrayó entonces el candidato de la UCR ante la multitud.
En el ’86 los festejos llegaron de la mano del fútbol. El seleccionado comandado por Diego Armando Maradona ganó el Mundial de México y al llegar al país se dirigió a la Casa Rosada.
Los recibió Alfonsín, que tomó el trofeo en sus manos y quedó inmortalizado en las fotos de esa época. Después, ya solos, los jugadores saludaron desde el mítico balcón de la Casa de Gobierno a la muchedumbre que había la Plaza de Mayo y sus adyacencias.
Más cerca de nuestro tiempo, fue el festejo del Bicentenario el que congregó otra vez a una concentración pocas veces vista, una multitud que ocupó todo el centro porteño con eje en la avenida 9 de julio.
Según recopiló un estudio de la UBA sobre aquellos festejos, en la jornada de cierre del Bicentenario de Mayo de 1810 se movilizaron 4 millones de personas y más de 6 millones durante los cinco días que duraron las actividades, organizadas bajo la gestión de Cristina Fernández de Kirchner.
Sin distinciones partidarias, enarbolando banderas argentinas, y sin que se registrara ningún tipo de incidente, la fiesta popular logró congregar en las calles a familias, grupos de amigos y hasta desconocidos que compartieron esos días inéditos, unidos por una consigna común de unidad nacional.
«Queríamos un Bicentenario con el pueblo en las calles. Agradezco el patriotismo, la alegría con que millones han salido a las calles a festejar, a reír, a compartir», dijo la entonces Presidenta, al inaugurar durante esas jornadas festivas la Galería de los Patriotas Latinoamericanos en Casa Rosada.
Allí estuvieron presentes dirigentes de la región que por entonces gobernaban varios países latinoamericanos, como Hugo Chávez (Venezuela), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), José ‘Pepe’ Mujica (Uruguay), Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia), Fernando Lugo (Paraguay) y Sebastián Piñera (Chile).
Hoy esos festejos parecen superados por la masa de millones de argentinos y argentinas que ya inundó las calles el domingo y que este martes sobrepasó incluso lo del día de la victoria ante Francia.
El número de hinchas que quieren expresar su alegría y agradecer a los jugadores de la Selección, difícil de dimensionar, muestra a la Argentina protagonizando un hecho histórico con un festejo popular jamás visto.
«Vivimos la felicidad inmensa de todo el pueblo argentino, con el orgullo total porque estos jugadores llevaron a la Argentina a lo más alto del mundo y tocaron los corazones de todos y todas», confió ante la consulta de Télam el intelectual Alejandro Grimson, doctor en Antropología y exasesor presidencial.
«En el ’86 salimos todos a la calle, había una suerte de reivindicación, recuperación del orgullo nacional. Y hoy, después de tanto bastardeo sobre el país y la Selección, otra vez la gente se reencuentra plenamente con la Argentina», dijo Grimson al comparar ambos festejos mundiales.
Sin embargo, aseguró que este festejo superó a cualquier otro.
«Nunca vi una cosa igual. Nunca vi esta cantidad de gente en el Obelisco, de multiplicidad del pueblo argentino en todas sus formas, en todos los barrios que llegué a recorrer el domingo, y sé por mis amigos que en todo el país la gente salió a celebrar. Una felicidad descomunal se ve en todo el país», finalizó Grimson.