Unas 3.000 personas fueron evacuadas ayer de zonas inundadas del sur de Ucrania tras un ataque que destruyó una represa controlada por Rusia y sumó una catástrofe medioambiental a la devastación que sufre Ucrania desde el inicio de la guerra, en medio de temores a la dispersión de minas personales arrastradas por las aguas.
En medio de esfuerzos de rescate, Rusia y Ucrania renovaron además sus acusaciones mutuas de haber volado la represa de Kajovka, del río Dniéper, que abastece de agua a Crimea, la península del sur de Ucrania controlada por Rusia, y de haber destruido la central hidroeléctrica adyacente, que también estaba bajo dominio del Ejército ruso.
En ese marco, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que la destrucción de la represa de la provincia de Jerson fue una “salvajada” que causó “un desastre ambiental y humanitario”, y su par ucraniano, Volodimir Zelenski, acusó a Rusia de detonar “una bomba ambiental de destrucción masiva” que contaminará ríos y mares y afectará la fauna de la zona.