En los últimos días, parece que la suerte del escenario internacional de los próximos años se juega en la frontera entre Rusia y Ucrania. Lo que finalmente suceda allí, impactará de distintas maneras, no sólo en la región, sino, en el resto del globo. El regreso de Rusia a la centralidad de la disputa mundial es un hecho hace años. Mientras tanto, China observa atento lo que pueda pasar en Ucrania, especialmente debido a sus propias disputas territoriales, por ejemplo, Taiwán.
El portavoz del gobierno ruso, Dmitri Peskov, ya había afirmado en diciembre pasado que todo lo que se hace Rusia es “dentro del territorio de la Federación”, dejando en claro que, para el Kremlin, no hay tal disputa. Sin embargo, tanto en Ucrania como en occidente, las opiniones al respecto son divergentes.
Actualmente hay dos conflictos desarrollándose en Ucrania. Por un lado, la anexión de Crimea en 2014 por parte de Rusia; por otro, el conflicto entre rebeldes pro rusos y fuerzas nacionalistas ucranianas que estalló casi en paralelo. Esto sucede en el este, donde, el 7 de abril de ese año, los rebeldes declararon la República Popular de Donetsk (RPD). La RPD sólo es reconocida por Osetia del Sur y por la República Popular de Lugansk, otro Estado autoproclamado el 28 de abril de 2014, en territorio ucraniano.
De acuerdo con las autoridades de Kiev, tanto Donetsk como Lugansk están “ocupados” por Rusia, a quien consideran que se encuentran detrás de los movimientos rebeldes separatistas. En aquel momento, las protestas en Kiev, organizadas por militantes ucranianos proeuropeos, derivaron en la caída del entonces presidente de raigambre prorusa Víctor Yanukóvich. El actual mandatario, Volodomir Zelenski, se encuentra más cercano a occidente. Por ello, Putin hace tiempo que teme que se produzca una mayor avanzada de la OTAN a través del país.
En caso de que Ucrania ingrese a la OTAN o, al menos, endurezca su alianza con los países de la Unión Europea, Moscú podría perder su influencia sobre Kiev. Si bien, durante la campaña presidencial, Biden había afirmado que Ucrania podría ingresar al tratado, algo que ha repetido en numerosas ocasiones tras asumir en la Casa Blanca. Debido a su ubicación y a su importancia geopolítica para Moscú, esto es algo que Putin quiere evitar a toda costa. Ucrania opera como una especie de barrera entre Rusia, los países euroasiáticos, y la Unión Europea, allí radica, además, el interés ruso. El Kremlin ha demostrado recientemente, con el envío de tropas a Kazajistán y el refuerzo de sus vínculos con la Bielorrusia de Lukashenko, que tiene intenciones claras de volver a desplegar su influencia como en los mejores tiempos del Imperio Ruso y de la Unión Soviética.
No es un conflicto reciente, sino que viene de larga data. Tanto rusos como ucranianos tienen raíces comunes en lo que fue el proto Estado de la Rus de Kiev, durante la edad media. Entre el siglo XVII y mitad del XIX, Ucrania estuvo bajo la órbita de Moscú, durante los tiempos del Imperio Ruso. Luego de un breve período de independencia, Ucrania fue una de las quince repúblicas que constituyeron la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en su formación en 1922. Esto duró hasta 1991, es decir, hasta la misma disolución de la Unión Soviética. Durante el período soviético, el Kremlin le entregó a Ucrania la península de Crimea, bajo el mandato de Nikita Jruschov, en 1954. En aquel momento, no era más que una decisión simbólica, ya que todo estaba bajo la mano de hierro del Comité Central del Partido Comunista. Tras el final de la URSS, esta situación cambió, y Rusia siempre quiso recuperar el lugar, sede de su base marítima más importante. Esto finalmente sucedió en 2014, cuando se produjo la anexión de la región por parte del gobierno de Putin.
Las tensiones entre Rusia, Ucrania, los Estados Unidos, y el resto de los países de la OTAN, son cada vez mayores. El Kremlin puso en el terreno a cerca de 130.000 soldados, tanques, vehículos bélicos, hospitales de campaña, etc. Todavía no está claro si es, simplemente, un show off de Putin, o si, efectivamente, el conflicto bélico estallará. Es probable pensar que se haya tratado, al menos en un principio, en una maniobra de escalamiento para luego desescalar. Pero, ha llegado tan lejos que ahora parece cada vez más difícil que cualquiera de las partes pueda dar marcha atrás, especialmente el ruso. En esa línea, en una conferencia de prensa reciente en la Casa Blanca, Joe Biden afirmó que Putin “va a entrar en acción, tiene que hacer algo”. El principal problema con el que se enfrenta Moscú es que una demostración de fuerza de este estilo no puede hacerse dos veces. Todo tipo de medidas de presión que pueda poner en funcionamiento, deben ser ejecutadas ahora. Caso contrario, la credibilidad de Putin sufrirá un duro golpe.