Poco o casi nada nos llega de poesía holandesa. Por eso resulta conmovedor y trascendente el trabajo silencioso y persistente de Micaela van Muylen, traductora cordobesa del alemán y el neerlandés. Si bien el alemán goza del prestigio instituido de una lengua sólida y rica en el tiempo, el neerlandés queda –como muchos otros idiomas- en una zona de desconocimiento para el lector común. El resultado es fácil de advertir y podemos formularlo a través de la interrogación: ¿cuánto conocemos o hemos leído de la literatura holandesa? Ni hace falta responder.
La editorial Llantén, que dirigen los poetas Tom Maver y Natalia Litvinova, acaban de publicar, con traducción de Micaela van Muylen, Redaño”: intenso libro de poemas de la joven promesa de la literatura holandesa Marieke Lucas Rijneveld.
Marieke Lucas, tiene tan solo 30 años, y sorprendió a muchos cuando, el pasado año, ganó, con su novela La inquietud de la noche”, el The International Booker Prize presentado con la traducción de Michele Hutchison. Entre los finalistas estaba la argentina Gabriela Cabezón Cámara.
Redaño” fue publicada con anterioridad, en el año 2015, y también obtuvo un prestigioso premio. Cuando nos adentramos en los largos y poderosos versos, nos encontramos con una poesía tremendamente original, que se desmarca -al menos en el plano latinoamericano- de su generación.
Marieke Lucas Rijneveld logra una profundidad luminosa, fresca, alejada de la solemnidad. El fantasma de la muerte de su hermano ronda siempre, y poemas como Cuando un hueco no es un hueco” dejan esa helada estampa que también podría relacionarse con la novela ganadora: El hombre le pregunta si recuerda la noche/ de domingo en que estacionó el Volvo junto al canal en la granja con los faros/ apuntando al hielo para que pudiera patinar. Los golpes de las cuchillas,// cada tanto una pierna o un brazo saliéndose del haz de luz en la oscuridad, como/ quien alguna vez perdió el bote. Al hombre, sentado en el capó, se le apagaban los cigarrillos/ una y otra vez por el hielo de los ojos que se iba derritiendo. Padres que ven a hijas/ convertirse en perro pastor, maniobrando todo lo que las rodea sin llegar al centro,// esperar para morder y que sangre hasta que la luz del día ya no pueda soportarlo,/ ya hay tantas guerras que luchar, el corazón está resguardado en una jaula de ovejas”.
El aliento largo de sus versos, repleto de imágenes, y el alejamiento veraz de la banal autoreferencia, convierten a Redaño” en un libro significativo. Asimismo, cuando recabamos alguna información encontramos que Marieke proviene de una infancia y adolescencia vinculada al mundo rural, con la ruralidad propia de los países desarrollados, que no están alejados de los servicios y comodidades de la urbe, pero sí implican otro tipo de vida y un contacto directo con la naturaleza. Es en este contexto, donde crece y se asienta una tragedia familiar, la muerte del hermano mayor, y un cerrarse del entorno en lo religioso. Marieke Lucas, por otra parte, no se percibe ni masculino ni femenina, se identifica como persona de género no binaria. Toda esta realidad intensa que la circunda se cristaliza en su poesía con una madurez y originalidad asombrosa.
Los poemas, como bien dice la traductora en la contratapa del libro, son como las matrioshkas de su velada de palitos chinos: universos dentro de universos que se van abriendo y nos sumergen en una sucesión de imágenes y comparaciones que a menudo parecen no tener relación”.
El libro, en cuanto objeto, tiene un diseño que escapa a los volúmenes comunes de poesía y, en este sentido, hay una apuesta fuerte de la casa editorial: la cubierta está diseñada por Gastón Malgieri.
Marieke Lucas Rijneveld, con este primer libro, nos deja a la espera de nuevas poesía, que seguramente vendrán y ojalá persistan en esta potencia de su voz. Un gran acierto por parte de la editorial y de la traductora Micaela Van Muylen, el encuentro de poetas jóvenes con talento. Sobre todo en momentos coyunturales, en que, por necesidad y rapidez, encontramos a veces mucha poesía joven sin talento, apresurada, sin hondura y narcisista. No es este el caso. Redaño” es un libro en el que vale la pena adentrarnos y perdernos. Perder un poco el equilibrio y caer: A veces querrías que fuera cierto lo que los padres les decían a las hijas después/ del desayuno: no vayan muy lejos con la bici, que se van a caer del mundo”.