Y la cortada
El juicio que se lleva adelante en la Cámara Tercera del Crimen a una banda de 13 acusados, por vender drogas al por mayor (y algunos de ellos también con microemprendimientos), está mostrando una vez más lo que pasa con este flagelo en la ciudad.
Son hechos de los últimos años que tienen como principales protagonistas a Cristian y Diego Gonzales, también sindicados como los herederos del célebre Raúl «El Tuerto Cacho» Cuello, actualmente preso y a la espera de una muy posible condena por venta de drogas en la zona de Cooperativa El Progreso.
Las escuchas telefónicas son elocuentes y las palabras codificadas usadas por los acusados se pueden interpretar con tanta facilidad que hasta el Súper Agente 86 las podría descifrar, sin problemas. En una conversación de madrugada, por ejemplo, hacen referencia a preparativos con el «gato y el molde». En realidad, es el molde que usan para compactar ladrillos de cocaína rebajada, comprimida con gatos hidráulicos.
Según las pruebas, tenían un maxi quiosco” montado en villa La Maternidad, con recaudaciones diarias millonarias y una red de clientes minoristas altamente demandantes.
En los registros de audio y en las conversaciones cotidianas son innumerables las manifestaciones sobre las «camisetas blancas y las amarillas», los «cerámicos y azulejos», las «plateas y populares». O sea, los diferentes modos de referirse a la cocaína buena, y a la cortada.
El Mano Chanta
No podemos negar que la causa judicial de «los sanadores egipcios» es una de las más pintorescas de este año.
Gracias a esta investigación, muchos nos enteramos sobre prácticas milenarias que sacerdotes y médicos o «sunus», cultivaban en los tiempos y en los pagos de los faraones. Claro que de los templos levantados en aquel antiguo Egipto a la capillita construida en Villa Cura Brochero hay una distancia infinita.
Hace algunos días, la fiscal Analía Gallarato confirmó la prisión preventiva para los 11 imputados por presuntas estafas y asociación ilícita. Por supuesto, sobresale la figura del cabecilla, el uruguayo Álvaro Juan Aparicio Díaz, quien se hacía llamar Ahú Sari Merk”, líder de la Fundación Académica Sechen, y también acusado de intento de abuso sexual.
Este imputado escribió 14 libros sobre la temática, dictó muchísimos cursos, y publicó fotos en las que aparece en museos de El Cairo vestido con un chaleco de explorador, como si fuera un primo cercano de Indiana Jones.
Aparentemente, su facilidad para encandilar a discípulos” era la herramienta principal para acercar a gente adinerada, que por distintas circunstancias se pegaban a este montaje como bichos a las luces.
Clases con títulos grandilocuentes y viajes con visitas guiadas a Egipto eran algunos de los presuntos negocios que ofrecía este mano santa”. Sin embargo, y según los defensores de la mayoría de los involucrados, la fiscal Gallarato la estaría pifiando con la instrucción, ya que muchos imputados lejos de ser estafadores, también serían víctimas de Aparicio Díaz. Uno de los letrados confirmó la decisión de recusar a la fiscal por una posible falta de imparcialidad. Queda claro que, por estas horas, estos abogados cargan con un broncón.