Gabriel tiene una hija de casi ocho años fruto de una relación ocasional, pero que lleva su apellido y con quien se ha relacionado desde su nacimiento, a excepción de los últimos tres años, en los que sin causa conocida por él – de acuerdo a su relato-, la madre ha impedido el contacto y los encuentros. Al no lograr verla, entonces hizo una presentación judicial, lo que provocó que la mujer comenzara a presentar denuncias sobre hechos presuntamente inexistentes de violencia de género y que fueron una a una archivadas. Sin embargo, estas denuncias obstaculizaron la posibilidad de que Gabriel pueda ver a su hija hasta el momento, y sin que por ahora sepa cuándo finalmente podrá hacerlo.
La epidemia de femicidios, concretados y fallidos, ha llevado en los últimos años a un saludable enfoque de la problemática. De hecho, sólo en nuestro medio ya funcionan seis fiscalías de violencia familiar. Sin dudas el machismo imperante en nuestra cultura está lejos de agotarse y el pronóstico sigue siendo agorero. Sin embargo, y a la par de esta realidad, apareció otra como derivación: son aquellas mujeres que comenzaron a denunciar falsamente a hombres para lograr otros propósitos y sacar rédito de una sensibilidad especial que, sobre esta cuestión, se fue desarrollando en juzgados y fiscalías.
A principios de esta semana hubo una manifestación frente a Tribunales Dos para pedir que el «simple dicho» de la denunciante deje de ser usado en muchos casos para imputar o encarcelar a hombres inocentes. Incluso hay casos en los que se llega a un juicio por presuntos abusos, lesiones, coacción, amenazas y otros delitos que no se pueden probar porque jamás existieron. Sin embargo y por las dudas, el hombre juzgado fue detenido y sufrió un calvario a partir de una mentira que, al menos por ahora, raramente sufre algún reproche penal porque en la gran mayoría de los casos estas acusaciones terminan archivadas.
Es verdad que ante la duda, y a partir de un relato más o menos convincente, se ordenan detenciones de supuestos violentos para proteger a las presuntas víctimas y evitar tragedias. También es verdad que llegó el momento de hilar más fino y castigar a quienes presentan falsas acusaciones.