Lamentablemente la eterna juventud no existe y hasta Mirtha Legrand envejece. Es una regla natural que nos cruza a todos los seres vivos por igual, más allá de las diferencias individuales y los modos de vida, que pueden eventualmente estirarla o acortarla como resulta obvio. Es por esta razón, que la plenitud de las personas para determinadas tareas también de algún modo esta signada por el reloj biológico, y casos excepcionales como el de la diva televisiva provocan sorpresa, risas y hasta una estatua ridícula con pretensiones de homenaje en vida.
Por eso resulta llamativo que algunos jueces se resistan a aceptar semejante verdad y como el recordado Carlos Fayt se aten a un sillón de la Corte Suprema durante 32 años y hasta los 97 de edad. Vale aclarar que Fayt lo pudo hacer porque había sido nombrado antes de la reforma constitucional de 1994 que pone como límite los 75 años, con una prórroga de 5 a propuesta del Ejecutivo y con acuerdo del Senado, como sucedió con el ex juez federal Ricardo Bustos Fierro, otro magistrado que se aferró hasta lo imposible a su cargo. Pero este límite que se da en la Corte y en la Justicia Federal no vale para las provincias, y en el caso de Córdoba nuestra Constitución no fija ningún límite de edad ni de permanencia.
Esta cuestión volvió a instalarse en los últimos días a partir de una escandalosa rabieta del veterano vocal Luis Rubio, nombrado en el año 1998 por el fallecido gobernador Ramón Mestre y ya con más de 80 años de edad. Según versiones, y tras la bochornosa demora en el escrutinio provisorio en la noche del comicio provincial del 25 de junio pasado, el temperamental vocal profirió insultos varios en los despachos del primer piso de Tribunales Uno ocasionando enfrentamientos con el mismísimo presidente del Cuerpo, Domingo Sesín, y con el vocal más joven, Sebastián López Peña. Más allá de esta situación tan incómoda y a 40 años de la democracia recuperada, y además con tantas y tantos juristas jóvenes muy capacitados, se vuelve insostenible la imposibilidad de recambios oportunos y necesarios para robustecer un Poder Judicial que continúa muy lejano de buena parte de la sociedad. Como reza el dicho, primero hay que ser… y después parecer.