Inspirada en una historia familiar, la escritora italiana Rosa Ventrella construye en «Susurros de belleza» una novela que rescata la figura de tres mujeres como símbolo de muchas otras que sobrevivieron a la adversidad en época de guerra y cuyo rol quedó muchas veces invisibilizado a lo largo del tiempo.
La obra, que transcurre en la zona italiana de la Puglia, entre 1940 y 1950, tiene como protagonistas a dos hermanas, que junto a su madre deberán afrontar en soledad un mundo adverso dominado por hombres poderosos, ante la ausencia del padre de familia, reclutado para una guerra por el dominio de las tierras.
En ese escenario transcurrirá la vida de Teresa, Angelina, y su madre Cateri, a quienes el destino las pondrá a prueba en esa situación límite, dominada por la violencia, y donde el deseo las enfrentará a una realidad escindida de las ilusiones de ascenso social y el bienestar que imaginan.
Autora de la novela «Historia de una familia», que fue un suceso en Italia y fue traducida a 17 idiomas, conversando Ventrella desarrolla los motivos que inspiraron esta obra en la que «memoria y emancipación van de la mano».
– En los agradecimientos explicás que esta historia tiene raíces en las vivencias de tu abuela y su hermana. ¿En qué medida tus libros son un reflejo o una inspiración en historias familiares?
– La historia de mi abuela Antonietta me ha inspirado en la construcción de esta novela. Mi abuela, como Teresa, han vivido la época dramática de las «guerras por la tierra» en el interior de la región de Puglia, batallas mas bien olvidadas por la historia oficial. Su vida y la de su hermana han sido marcadas por la muerte de su padre, asesinado por los hombres del barón del pueblo durante esas batallas. Con esta novela he querido dar voz a aquellos muertos olvidados, a las hijas y a las mujeres que se han quedado solas y obligadas a pelear con uñas y dientes para sobrevivir en una época tan hostil y difícil.
– Esta novela remite a una parte de la historia de Italia, ¿por qué te interesa particularmente volver hacia atrás en el tiempo cuando escribís, más allá de sos graduada en Historia Contemporánea?
– Mis estudios han acrecentado seguramente mi amor por la escritura que no se olvida nunca del contexto social e histórico. Lo que me apasiona desde siempre son las historias de mujeres, he estudiado a lo largo de muchos años la condición de las mujeres en la Historia y ha sido inevitable que la pasión por esos estudios hallase una vía de expresión también en mi escritura y en mis novelas.
– Un tema que aparece es la mención al relato de otros, como los abuelos que cuentan historias, y también los dichos populares. ¿Cómo se juega en tu literatura la recuperación de voces de la comunidad de un determinado momento y en especial en la sociedad italiana?
– He nacido en una familia que me ha trasmitido, a pesar de muchas dificultades, la importancia de la memoria. Es muy importante para mí empezar por quienes somos y de dónde venimos para comprender a donde queremos llegar. Los cuentos que escuchaba durante mi infancia me han transmitido el amor por las pequeñas y grandes cosas cotidianas y han sembrado en mí las ganas de soñar y de cambiar mi condición social. Desde pequeña he comprendido que solo a través de la cultura podía lograrlo. Para mí memoria y emancipación van de la mano.
– La belleza de las mujeres es un aspecto central en la obra, pero no como una salvación para una mujer, sino como una condena. ¿Qué significado tiene ese atributo en la sociedad que inspiró esta novela?
– Antes la belleza se veía como algo sospechoso en las pequeñas comunidades rurales muy atadas a las tradiciones populares. Las mujeres tenían que vivir en la sombra y quedarse satisfechas con papeles marginales. Caterina y Angelina en mi imaginario representan el deseo de rescatarse que ha llevado a las mujeres a emanciparse de un patrimonio arcaico y conservador.
– En esta obra como en otras de tus novelas aparecen contextos de pobreza y violencia. ¿Qué te permiten esos escenarios en el abordaje de una historia?
– En mis novelas la pobreza y la violencia son a menudo el contexto entre el cual los protagonistas mueven sus pasos. Hablar de la decadencia social me permite analizar las reacciones en condiciones extremas, en momentos en los que la vida te obliga a tomar decisiones difíciles pero fundamentales para imprimir un cambio y mejorar las condiciones existenciales. Los que generalmente se salvan al final de mis dramas son los valores que yo misma considero importantes, como la familia, los amores, perseguir los propios sueños a cualquier costo, así como el papel de la cultura y de la solidaridad social.
– Las mujeres son las protagonistas de esta novela, donde aparecen las hermanas unidas en algún momento y enfrentadas en otro. ¿Qué te ha inspirado de estas mujeres que no tenían muchas posibilidades de un destino de dicha y realización personal?
– En la vida de estas mujeres está todo el imaginario de mi infancia: un mundo de mujeres que a menudo las puede enfrentar pero siempre son solidarias en los momentos cruciales, se trata de un mundo subterráneo que desde siempre me ha fascinado. Allí están todas mis ganas de rescatar lo femenino que ha marcado el 900. Pienso en el papel de las mujeres durante la segunda Guerra Mundial, pienso en las mujeres partisanas, quienes han dado con su empeño una importante contribución.
– La guerra es otro de los temas que abordás. En ese sentido ¿la planteás como un reflejo de ese mundo sin lugar para los más desposeídos?
– La guerra es otra prueba puesta en el camino de los pobres, acostumbrados a guerras cotidianas como por ejemplo la de sobrevivir. Es el constante choque contra un mundo que los considera sacrificables.
– La poesía ocupa un lugar importante en tu estilo literario. ¿En qué autores reconocés influencias?
– La poesía tiene un rol muy importante en mi escritura. Amo profundamente la poesía de Giorgio Caproni, sobre todo las que dedica a la madre Anna Picchi, y las novelas de Irene Nemirovsky. Creo que su poesía hace que todo sea más hermoso en este mundo.