Por Carlos Aletto
Leer o releer en el 2021 «El amante», la novela autobiográfica de Marguerite Duras, sirve para reflexionar sobre la idea de cancelación”, tan presente en estos tiempos, obligando al lector a reponer el contexto cultural, el imaginario colectivo de una época y la mirada de la escritora, quien reescribe años después esta novela con el título «El amante de la China del Norte» (la película basada en su libro lleva a la protagonista a la mayoría de edad).
Esa niña fue la propia Marguerite Duras, y el muchacho con el que se inició en el sexo, el hijo de un millonario chino, cuya muerte, en 1990, propició que la escritora volviera sobre este mismo texto para rehacerlo de un modo más literario y cinematográfico bajo el título «El amante de la China del Norte», para de paso protestar contra el guion adaptado que estaba escribiendo en ese entonces el realizador Jean-Jacques Annaud sobre el texto original.
La novela, datada en 1984, está narrada por Hélène Lagonelle, una mujer francesa que recuerda su vida en Indochina (hoy Vietnam) y, en particular, el romance que tuvo con un hombre chino rico en 1929, cuando solo tenía 15 años.
Duras nació en Saigón (en la actualidad se llama Ciudad Ho Chi Minh) en 1914, hija de padres franceses que habían emigrado allí para trabajar en la colonia gala. Su padre debió regresar rápidamente a Francia, donde murió poco después, y su madre, maestra de escuela, hizo una mala inversión inmobiliaria en la colonia, lo que los sumió en la pobreza. Duras afirmó, en distintas ocasiones, haber sido golpeada por su madre y por su hermano mayor.
La relación con su amante comienza cuando Hélène (el nombre con el que aparece Duras en la ficción) regresa al internado en Saigón de unas vacaciones y está cruzando el delta del Mekong en ferry. Hablan en el barco y luego él la lleva en su limusina con chofer. Unos días después, el financista la busca en el colegio para mostrarle dónde vive y ahí se produce, narrada con erotismo, la relación sexual entre la niña y el adulto.
La madre, tras enterarse de la relación, lo ve como una oportunidad de mejorar su situación económica ya que «el amante» de su hija es rico, por lo que puede ayudar a la familia empobrecida con dinero, de alguna forma pensando en una alternativa de prostitución. Por su lado, la chica se da cuenta de que su madre la necesita para ayudar a mantener a la familia y es consciente de que los hombres la desean.
La escritura retoma el pasado en un ida y vuelta constante e investiga no solo los tabúes sexuales, sino la relación tensa entre los colonos franceses y los vietnamitas del sur. La melancolía predomina en el clima de la lectura, sobre todo en la descripción de esa niña que se siente vieja a los 18 años.
Aunque su primera novela reconocida por la crítica fue «Un dique contra el Pacífico», de 1950, en la cual ya narraba la vida de una familia francesa empobrecida en Indochina, es «El amante» el texto que la consagra internacionalmente. Por ese entonces el trabajo de Duras era seguido con pasión por un círculo de intelectuales, y su guion cinematográfico de 1960 de «Hiroshima Mon Amour» -película que dirigió Alain Resnais- ya se había convertido en un clásico de culto, pero no fue hasta la publicación de «El amante» que alcanzó su reconocimiento mundial. La declaración pública de que el libro era completamente autobiográfico la convirtió en una estrella de los medios audiovisuales.
Lo que hace que la lectura de esta novela sea tan atrapante es la voz de la narradora, que de manera sabia y conocedora describe a la colegiala segura de sí misma que quiere abrir su propio destino, correr riesgos y escapar de las condiciones que le impone su madre y la sociedad. En esta novela ya desaparece su tendencia existencialista en su camino hacia las formas definitivas del «nouveau roman».
Años después de esta consagración en «El amante de la China del Norte», es Duras la que escribe cómo sería «El amante» llevado al cine, y demuestra su inconformidad con el guion y la realización de la película homónima realizada en 1991 por Annaud, el director (de 48 años en ese entonces) creador de tres grandes éxitos comerciales del cine francés: «La guerra del fuego», «El nombre de la rosa» y «El oso». El director y la escritora intentaron llegar a un acuerdo sobre el guión, pero la relación entre cine y literatura no funcionó de manera tan aceitada como la que se había logrado cuando el cineasta, junto con Umberto Eco, adaptó «El nombre de la rosa». A los 77 años y luego de haber estado en coma durante cinco meses en un hospital, Duras rechazó la visión del cineasta y le dio una nueva perspectiva para escribir la historia de Hélène Lagonelle: «La amante de la China del Norte».
Entre la escritura de «El amante» de 1984 y «El amante de la china del Norte» de 1991, la narradora había escrito y dirigido su película número 18; también había publicado una colección de ensayos, tres novelas y «El dolor», un vívido relato de la espera del regreso de su esposo, el escritor Robert Antelme, del campo de concentración de Dachau durante la Liberación. Llevaba más de 50 libros publicados, entre ellos, los más significativos de su obra: «El square» (1955), «Los caballitos de Tarquinia» (1953), «El vicecónsul» (1966), «El arrebato de Lol V. Stein» (1964) y «El amor» (1971). También dirigió a su vez varias películas.
Con «El amante de la china del Norte», Duras reformuló su obra consagratoria en una nueva versión, con el estilo propio de un guión, pero con detalles nuevos e impactantes, sin ocultar los ángulos de cámara y direcciones para la banda sonora. Es una respuesta al guión de la película escrito por Annaud y Gérard Brach, en el cual la edad de la niña es modificada de 14 a 18 años: la película busca la corrección, incluso el personaje es representado por la actriz Jane March, que incluye varios desnudos totales y quien cumpliría 18 años recién durante el rodaje.
La obra de Duras está en sintonía con los intelectuales que, en 1977, pidieron la despenalización de las relaciones consensuadas entre adultos y menores de 15 años, una petición que contó con las firmas de Michel Foucault, Jean-Paul Sartre, Jacques Derrida, Louis Althusser, Roland Barthes, Simone de Beauvoir y Gilles Deleuze. En la novela, la escritora plantea de manera contundente que a los 14 la niña atraviesa un aprendizaje sexual con un adulto que, lejos de ser un episodio traumático, es para la narradora una experiencia inolvidable, que seguirá recordando de forma positiva toda la vida.
Esta relación dialoga en el imaginario del lector con «Lolita», de Vladimir Nabokov, la novela en cuya trama un hombre de mediana edad se enamora y mantiene un vínculo amoroso con una adolescente. Hélène Lagonelle es una especie de Lolita, aunque la protagonista de «El amante», al ser la narradora, se aprecia que es consciente del poder del amor físico y mutuo, que perdurará en el recuerdo y será una experiencia amorosa; que no tiene un «final feliz» pero persiste entre los mejores recuerdos de sus protagonistas.
Tanto «Lolita» como «El amante» representan la marca identificable de un contexto histórico y cultural, narrado con una belleza inigualable. Sin embargo, descontextualizados ambos pueden ser escandalosos, políticamente incorrectos y ampliamente cuestionados a la luz del fenómeno que hoy se conoce como «cancelación», por el cual se despega a una obra del contexto original en el que fue formulada para leerla desde el presente, como si éste constituyera un horizonte superador.
Leer en el 2021 «El amante» es conocer desde la mirada literaria de una de las mejores plumas del siglo XX el espíritu de una época, sin olvidar el recorte que puede tener una mujer occidental blanca en un mundo aún más patriarcal y machista a mitad del siglo pasado. Leerla fuera de ese contexto es un paso atrás para entender un mundo que empieza a cuestionarse de manera vehemente, recién ahora, las transformaciones a favor de la integridad de los niños y las mujeres