El 8 de julio de 1932 la Bolsa de Nueva York perdió el 89% de su valor, la caída más pronunciada de la historia. La “Gran Depresión” tocaba el fondo del mar. Todas las burbujas financieras habían explotado. Para entonces, Neil Tillotson fabricaba sus primeros globos. Pánico debió sentir su familia al verlos. Tenían orejas y una cara de gato pintadas a mano. Cinco años después vendería cinco millones.
El globo, una burbuja encerrada en paredes de látex, llegaría a fiestas y celebraciones. Y al recuerdo del día después: restos de colores convertidos en basura.
Existen registros del uso de globos desde hace algunos siglos. Según Jean Merlín, los aztecas inflaban intestinos de animales para homenajear a sus dioses. Galileo Galilei realizó experimentos con una vejiga de cerdo para medir el peso del aire. Y el primero en fabricarlos tal como los conocemos fue el científico inglés Michael Faraday. Los usó para medir el comportamiento del hidrógeno. Ascendían. Durante siglos volaron en los cielos de Asia globos de papel con una pequeña mecha encendida dentro.
Hasta el crack de 1930, cuando las burbujas financieras estallaron, Neil Tillotson trabajaba en el departamento de innovación de una fábrica de neumáticos que, por supuesto, quebró. Tras el éxito de los globos, fabricó los primeros guantes de látex, entre otros elementos que llevaban como base el caucho.
A Colombia fue el exitoso empresario Tillotson, detrás de los bosques de caucho. También intentó desarrollar plantaciones en Guatemala para blindarse del monopolio inglés.
Las páginas más oscuras de la historia del caucho surgen del “Libro Azul Británico”, escrito por Roger Casement. Era 1912. Narra los crímenes a los que fueron sometidos hombres, mujeres y niños del pueblo Putumayo, hasta desaparecer de la faz de la tierra. Casa Arana diseñó la explotación: mano de obra esclava.
Cuando el negocio creció, y llegaron los socios ingleses, la compañía se llamó Peruvian Amazon Rubber Company. Depredaba miles de hectáreas en el Amazonas peruano–colombiano.
Tales fueron las atrocidades narradas por Casement que Julio César Arana fue juzgado en Inglaterra. No hubo condena.
Estalló la primera Guerra Mundial: se necesitaban neumáticos. Desde 1843 Thomas Hankook había patentado el proceso de vulcanización de la goma. Hankook también fabricaba indumentaria y calzado a base de caucho.
Escribe Casement: “Poco después de emprender la caminata encontraron en el camino a una niña. Chase dice que esta niña era bastante pequeña, de unos seis u ocho años de edad. Se asustó al ver a los hombres armados, a los indios encadenados y amarrados, y comenzó a llorar cuando se acercaban. Inmediatamente, Vásquez ordenó que se le cortara la cabeza”. Miles de niños morirían en el silencio de la selva. Millones al norte del planeta disfrutarían sus globos de fiesta. Aún hoy, otros miles, trabajan doce horas diarias fabricándolos. Niños. Explotados.
Un total de 15 globos vendió Tillotson en la primera venta de globos de fiesta. En 2021 el mundo gastó 1.547 millones de dólares sólo en globos.
En abril de 2019 Víctor Vescovo se transformó en el hombre en sumergirse a mayor profundidad en un océano; fue en la fosa de las Marianas. Alcanzó los 10.927 metros. En el fondo del mar, junto a un balde de plástico, fotografió los restos de un globo.
Para mantener limpias sus playas, Islas Seychelles prohibió definitivamente la importación y comercialización de globos. Están prohibidas también las bolsas de plástico y utensilios para comida, como pajitas, platos, tazas, tenedores plásticos y conservadoras de poliestireno. Nada fue noticia. Seychelles suele aparecer en los diarios por su condición de paraíso fiscal. Un espacio donde la plutocracia global se protege de las burbujas financieras como las de 1930. Donde se esconde el dinero del tráfico de armas o drogas. Fondo de mar.
Afectado por las revelaciones periodísticas sobre su complicidad con el dinero negro, el Credit Suisse anunció recientemente que dejará de atender a grandes clientes provenientes de algunos países de África: Botsuana, Ghana, Costa de Marfil, Kenia, Mauricio, Nigeria, Tanzania, Zambia. Y, por supuesto, Seychelles. Globos.
Sólo Indonesia perdió millones de hectáreas de bosques para producir caucho. Más de dos millones de campesinos gotean allí una blanca pobreza. En Sudamérica, las ruinas de Forlandia, en Brasil, son memoria de la avidez.
Este año el Foro de Davos destacó los esfuerzos de HeveaConnect, un proyecto para darle transparencia al mercado y salvar selvas tropicales. Globos.
El consumo de derivados del caucho y plástico, como los globos, aumentó exponencialmente. La curva del mercado en el último medio siglo bien podría compararse con la del crecimiento de las transacciones financieras especulativas. “En 1973 la relación entre el valor de las divisas en las transacciones financieras y el comercio mundial era de 2:1; en 2004, esta relación alcanzó 90:1. En 2017, el conjunto del valor del comercio global era de 17,88 billones de dólares. Las transacciones financieras: 5,1 billones de dólares diarios”, escribe Sahil Jai Dutta. Una especie de globo económico y ecológico amenaza la supervivencia.
Resta saber cuándo será el día después del final de la fiesta.