Al poeta Leopoldo Castilla, el “Teuco”, se le deben haber agolpado muy dentro suyo los incontables nombres y rostros de seres que, desde hace más de 75 años, vienen llegando y partiendo de su vida -todos alegres y agradecidos de su inigualable entrega y generosidad- junto a sitios y paisajes de los más diversos lugares del planeta que conoció y recogió en sus palabras para nosotros, sus lectores.
Esas palabras –especialmente su treintena de poemarios- constituyen una porción significativa de la mejor poesía escrita en nuestro idioma en estos últimos años, según lo reconocen lectores, cofrades y especialistas. Y según lo evaluaron instituciones (especialmente españolas, latinoamericanas y de nuestro país) que lo distinguieron merecidamente.
Ahora lo hace la Universidad de Salta. Nada menos que la Universidad de la que Teuco fue alumno, dirigente estudiantil, encargado de asuntos artísticos y culturales, y de la que tuvo que irse en 1976, perseguido por los militares y sus secuaces civiles, que se adueñaron de decidir sobre nuestras vidas y destinos, y que recién en 1983 -hace 40 años- nos permitieron volver a la democracia.
El hecho es que este mes de marzo, que lo encuentra al poeta protagonizando un acto personal y social tan trascendente, está lleno de sucesos y acontecimientos, gratos y dolorosos -todos significativos- que le estarán dando vuelta en la cabeza y en el corazón. No sólo porque el reconocimiento de la UNSA hace más largo el Día Mundial de la Poesía del día 21 de marzo, sino porque el 27 el poeta celebró su cumpleaños, y porque fue un 24 de marzo el día que, con la vida de incontables amigos, también terminó su sueño de llevarle arte y cultura a la gente desde su Universidad salteña y desde su protagonismo artístico personal.
El presente reconocimiento se le otorga exactamente 50 años después que su padre, Manuel J. Castilla, recibiera la misma distinción de manos del poeta Holver Martínez Borelli, primer rector normalizador que tuvo la casa de altos estudios.
Salta siempre ha reservado altos sitiales a sus poetas y artistas. Del mismo modo, exigencias para con sus poetas que no cualquiera alcanza a colmar. Sus nombres y esculturas ennoblecen calles y parques de la ciudad, o dan nombre a bibliotecas, salas y auditorios. Desde no hace mucho, por una iniciativa de Teuco Castilla y que hoy ya trasciende nuestras fronteras, diferentes espacios naturales de su ciudad y provincia (y de la misma Universidad) se han convertido en Bosques de la Poesía: espacios públicos de reparación ambiental, de enseñanza y de arte también, bautizados con el nombre de entrañables poetas y artistas fundamentales. Villa Carlos Paz -sede del primer Bosque de la Poesía fundado en nuestro país- lo cuenta entre sus amigos dilectos y no hace mucho lo distinguió con el mayor reconocimiento otorgado por la ciudad.
Además, el actual galardón académico de la UNSA lo alcanza en la plenitud de su labor creativa y generando proyectos que hablan claramente de su compromiso social y literario, como los del colectivo de escritores “Norte Entero” y el programa de rescate histórico y puesta en valor “Memoria de los Valles”.
En realidad el premio es a la poesía, porque Castilla está convencido -y muchos compartimos esto- que el poeta es sólo un atento amanuense de esa quintaesencia de la(s) lengua en la que todavía es posible encontrar no las verdades, sino las luces que las alumbran.
El atento radar humano al que dimos nombre de poeta es capaz de oír los más imperceptibles y delicados latidos que rumorean los seres y las cosas, lo cual demanda una capacidad de escucha que muchas veces la soberbia del hombre parecería que ha sacrificado definitivamente en el altar de la codicia y la guerra.
Con alrededor de 30 libros de poesía, Teuco Castilla es el caudaloso río de palabras que sigue nutriendo a la poesía del mundo; paseando su entonación, su respiración, por los rincones del planeta: cercanos y remotos lugares en los cuales se documenta su corazón para ponerlo en palabras y entregarnos, finalmente, lo que nos sana y reconstituye en tanto seres humanos: poesía.
Es por eso que hay que homenajearlo y, sobre todo, leerlo: el mejor homenaje que podemos hacerle a un poeta.
Poemas de Leopoldo “Teuco” Castilla
Iguana
Va a volver la iguana.
Siglos durmió en el barro
Lamida por el fuego
por las viudeces de la luna
por la baba de la vía láctea
y de los insectos.
Desnuda y funeral
con lenta alevosía
agrisó la tierra.
A veces baja hacia el mar.
El ojo letal mide la jaula de agua
mientras la lengua negra
devora en las libélulas
distancias.
Se hunde en la jungla. Su huella
es una línea, un camino
entre cuatro garras.
Está en Tiomán. Es inofensiva.
Pero desea algo
que nosotros saqueamos.
Y tiene memoria.
Y no tiene alma
Reflejo
Este es el mundo
gota de mercurio
íntima
y lúcida
como una ciega.
Y este es él, que hace sombra en el espejo
y eso puede que tenga de dios.
Como un árbol
intenta
subir a su precipicio
sostenido apenas por sus ojos
Sus ojos
una levedad
y se llevarán la tierra.