WASHINGTON.- De manera sorpresiva y casi cuatro años antes de lo previsto, el Banco Mundial, uno de los artífices del orden económico occidental desde los acuerdos de Bretton Woods en 1944, quedará acéfalo a partir del 1 de febrero, luego confirmarse la renuncia anunciada ayer por Jim Yong Kim. El coreano estaba al frente de la entidad desde 2012 y debía completar su mandato a mediados de 2022.
Su lugar será ocupado por la consejera delegada, Kristalina Georgieva, aunque la batalla por el nombre del reemplazante servirá también para poner la lupa sobre la gestión de Donald Trump. En principio, los candidatos la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala y el colombiano José Antonio Ocampo, aunque se aseguró que el proceso de selección será “abierto, transparente y se basará en los méritos de los aspirantes”. Algunos los observadores indicaron que el peso de los países emergentes será clave en la elección. Junto al combate para erradicar la pobreza extrema, reto a cumplir en 2030, Kim se fijó como prioridad lograr un mayor reparto de la prosperidad. De acuerdo con la carta de fundación el BM es el encargado de “financiar” la lucha contra la pobreza.
En la actualidad, EE.UU. es el mayor contribuyente al presupuesto de Banco Mundial y junto al bloque europeo controla la mitad de los votos necesarios. La pasada elección ya puso de manifiesto el desequilibrio que existe en la estructura de poder del organismo. Algo similar pasó con la designación de Christine Lagarde en el FMI cuando se postuló para suceder a su compatriota Dominique Strauss-Kahn.