Pese a que sigue afectada por la crisis que impuso la pandemia de coronavirus, la cadena automotriz recupera poco a poco su ritmo productivo. En efecto, la fábrica de cajas de cambio de Volkswagen en Córdoba volvió el martes pasado a la actividad, después de tres semanas de suspensión; mientras que Fiat Chrysler Automobile (FCA) y la fábrica de amortiguadores ZF Sachs normalizaron su producción.
Sin embargo, el horizonte de la industria sigue complicado por la escasez de microprocesadores, las restricciones a la importación y el amesetamiento de la demanda, tanto en el país como en el mundo. Ya a mediados de este año, el Centro Industrial Córdoba de la fábrica alemana tuvo 15 días de suspensión, a lo que siguieron dos meses de trabajo.
Ahora, fuentes ligadas a la propia empresa confirman que se evalúa permanentemente la situación, aunque la idea es mantener el ciclo de producción hasta que empiecen las vacaciones. Desde el Smata, confirmaron que la intención es escalonar las vacaciones para evitar nuevas suspensiones y así llegar a marzo de 2022, cuando se espera el inicio de otro ciclo productivo con mejores perspectivas.
También la fábrica de Santa Isabel de Renault suspendió, por falta de microprocesadores, la fabricación de las unidades Sandero, Stepway y Logan durante dos semanas y media en septiembre, sin afectar la línea de las camionetas Nissan Frontier y Renault Alaskan. A esto se sumaron algunos problemas logísticos que tuvo entre junio y julio y también en septiembre. Si bien Renault tenía previsto abrir este último mes un segundo turno, como parte de un plan integral para sumar otros 350 trabajadores -lo que implica un aumento total del 27% de su plantel de operarios-, el plan comenzará a concretarse la próxima semana, con el ingreso de 120 personas para abrir un segundo turno de 14 a 22 para la línea de vehículos (no camionetas), que tendrá un ritmo productivo menor al del turno mañana.
La fábrica de amortiguadores ZF Sachs, en San Francisco, se vio a su vez complicada por las importaciones. A partir de mediados de septiembre, empezó a toparse con frenos a la autorización de importación de componentes, lo que la llevó a suspender a buena parte de sus 520 trabajadores; situación que duró hasta la semana pasada, ya que recién el miércoles pudo normalizar su producción. Estuvimos a punto de afectar la actividad de nuestros clientes. Ahora se normalizó, los trámites de aprobación están fluyendo, pero seguimos cada documento con el corazón en la boca porque esto es cosa de semana a semana”, graficó el director de la planta, Alejandro Roasso.