Cuando fue sondeado para ocupar la Secretaría de Comercio Interior, Roberto Feletti trazó un duro diagnóstico y dijo que no había tiempo que perder para aplicar un congelamiento de precios, al que graficó con una frase futbolera: «Hay que parar la pelota» para bajar la inflación.
Feletti consideró que la única forma de tener chances de frenar las remarcaciones era imponer una medida unilateral de alto impacto, que incluyera clausuras en caso de ser necesario.
El funcionario no esperaba que justo ahora el dólar se disparara otra vez a los niveles récord del 2020, con una cotización firme en los $195 y con la mira puesta en superar los $200.
Esa aceleración de la divisa estadounidense en el mercado marginal, a apenas tres semanas de las elecciones legislativas, representa un duro escollo para los planes del nuevo secretario de Comercio.
Con un Banco Central que escatima los dólares para importar, las empresas empiezan a calcular sus costos de reposición con un dólar más cercano al paralelo, al que saben que deberán recurrir en algún momento si quieren seguir fabricando.
Buena parte de los insumos claves para producir desde bebidas hasta productos de limpieza tienen componentes en dólares, como los plásticos.
Por eso, la disparada del dólar marginal de la última semana es una noticia que llega en muy mal momento para los planes del Gobierno de estabilizar los precios.
Pero tal vez el flanco que cause más preocupación sobre el congelamiento de casi 1.500 productos es la posibilidad de que empiece a haber desabastecimiento en las góndolas, lo cual agigantaría la tensión social que se palpa en distintos sectores.
Sorprendió al gobierno que la advertencia sobre faltantes de productos llegara de la mano del titular de la Cámara de Comercio, Mario Grinman, quien siempre mantuvo una actitud dialoguista y de perfil moderado.
El titular de la Cámara de Comercio no sólo fue el primero en alertar sobre el riesgo de desabastecimiento, sino que sumó una cuestión que tiene en alerta al sector privado desde hace años.
«Argentina es un país con un sesgo antiempresario desde hace mucho tiempo, pero lo único que crece es la pobreza. El único que puede generar empleo es el sector privado», advirtió Grinman.
Feletti consideró que las palabras del dirigente empresarial eran una «amenaza» y advirtió que esta semana se avanzará con clausuras en caso de que se detecten incumplimientos.
La medida puede generar un conflicto de proporciones: la Asociación de Supermercados alertó que no están recibiendo listas de precios acorde con los nuevos valores congelados.
Los supermercadistas apuntan así a los fabricantes, quienes a su vez alertan que buena parte de los costos de los alimentos están atados al dólar.
Brecha cambiaria
La brecha cambiaria en el 90% es un dilema que hasta ahora el Gobierno no ha podido resolver.
La cuestión fue abordada en el encuentro que el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el ministro de Economía, Martín Guzmán, mantuvieron con inversores de Wall Street en Nueva York.
Los hombres de negocios insistieron en que esa brecha cambiaria impide la llegada de inversiones, en medio de las preocupaciones que tienen sobre el pago de los bonos.
Esas dificultades se manifestaron en una fuerte suba del riesgo país, que ya roza los 1.670 puntos y sube casi 22% en el año.
Ante este cuadro, especialistas advierten que la inflación «no tiene ancla», en línea con lo que sostiene el FMI.
«El BCRA se queda sin reservas y el Tesoro tiene que financiar el déficit cada vez con más emisión», alertó Federico Furiase, economista jefe de Anker.
Por su parte, Marina Dal Poggetto, titular de Eco Go, dijo que «no hay dudas de que si a un empresario no lo dejan importar al tipo de cambio oficial, su costo de reposición será el dólar paralelo».
Otro problema que complica la estrategia es que la incidencia del tipo de cambio oficial en los precios de la economía es cada vez menor.
En este escenario, el Banco Central no tiene las reservas suficientes para sostener el atraso cambiario en forma permanente.
Y el Tesoro carece de fondos suficientes para dar subsidios adicionales sin caer en más emisión monetaria, lo cual agrava el cuadro de crisis social.
Los movimientos sociales volvieron a tomar las calles con fuerza en las últimas semanas y reclaman más planes.
Lo hacen en momentos en que el Gobierno busca avanzar con la transformación de planes en empleo registrado.
Ya se emitió un decreto en ese sentido y se buscará aprobar una ley en el Congreso.
Una traba para esa estrategia es que la mayoría de quienes perciben planes tienen escasa preparación educativa y es difícil que sean tenidos en cuenta por un empleador.
Es un callejón por ahora sin salida que va conformando un cóctel explosivo, transmitido de generación en generación.
(*) Jefe de Economía de la agencia NA.