WASHINGTON.- La política antimigratoria de Donald Trump mostraba ayer su peor cara cuando miles de inmigrantes indocumentados de todo el país aguardaban, paralizados por el miedo, un operativo de redadas anunciado por el propio presidente para generar una ola de deportaciones masivas en Estados Unidos.
Ni siguiera las concurridas manifestaciones convocadas el sábado por la plataforma Lights for Liberty (Luces por la Libertad) en las principales ciudades del país había logrado frenar el operativo de Trump: si bien al atardecer no se conocían grandes redadas, varias cadenas de medios informaron que las acciones se habían iniciado en varias de las nueve grandes ciudades en las que el Gobierno planeaba arrestar a unos 2.000 migrantes indocumentados. El propio alcalde de Nueva York, que se opuso al operativo, tuiteó el sábado que el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) ya había empezado a actuar en su ciudad. Pero además, reveló que organizaciones de la sociedad civil, activistas y la propia ciudadanía estaban ayudando a los residentes brindándoles asistencia e información. “Si a usted o un ser querido lo encara el control migratorio federal en su hogar, en la calle o en público, recuerde: usted tiene derechos y su ciudad lo ayudará a luchar por ellos”, tuiteó incluso Bill de Blasio.
Ocurre que el operativo movilizó y dividió a todo el país, no sólo por las manifestaciones que hasta la noche del sábado lo repudiaron en las ciudades concernidas (Nueva York, Los Ángeles, Baltimore, Chicago, San Francisco y Houston, entre otras) sino también por la movilización de ONG’s y organizaciones civiles y religiosas que desde el viernes recorrieron los barrios informando sobre cómo actuar ante la policía migratoria. “No abra la puerta, que nadie de la casa hable, sepa que los agentes no tienen derecho a entrar”, fue el mensaje viralizado en las redes sociales.
A ciencia cierta, las operaciones coordinadas entre distintas ciudades y durante varios días no son algo excepcional en Estados Unidos: lo insólito es que el propio Ejecutivo lo anuncie con días de anticipación. Tampoco la cifra estimada de extranjeros que serían extraditados supone más que una parte mínima del más de millón de residentes que tiene orden de deportación pero reside en el país. Su efecto es otro: dividir aguas en la naciente campaña para las elecciones 2020 y sembrar el temor en la población. “Esta incertidumbre, este miedo, está causando estragos: está traumatizando a la gente”, se quejó en CNN la alcaldesa de Chicago, Lori Lightfoot, que se sumó a las protestas de la mayoría de los gobernadores de las ciudades concernidas. Pero Trump se mantuvo impávido e incluso redobló ayer su embestida reaccionaria contra los extranjeros.
Trump profundiza su discurso xenófobo
WASHINGTON.- El operativo se produce en un momento de alta tensión por la situación de los inmigrantes en los centros de detención, abarrotados ante la saturación de extranjeros detenidos en la frontera sur, como reveló un informe oficial que calificó como una “bomba de relojería” al estado de esas instalaciones. Sin embargo, el vicepresidente Mike Pence visitó el viernes un centro en Texas donde 800 personas esperan su expulsión del país: “Lo que vimos hoy fue una instalación que brinda atención de la que todos los estadounidenses estarían orgullosos”, aseveró allí (foto). El presidente Donald Trump fue más allá y ayer atacó a cuatro congresistas mujeres demócratas de ascendencia extranjera (pero nacidas en EE.UU.) reclamándoles que “vuelvan a sus países” en lugar de “decir al país más poderoso de la tierra cómo debe gobernarse”.