TEHERÁN.- La tensión en Medio Oriente se disparó durante el fin de semana tras la muerte del poderoso general iraní, Qasem Soleimani, en el marco de un ataque con drones llevado a cabo en el aeropuerto de Bagdad, capital de Irak, por orden del presidente Donald Trump. Se trata de la acción militar más significativa del mandatario estadounidense, quien buscará, a fines de este año, ser reelegido en su cargo.
Además, el ataque supone un duro golpe para Teherán, ya que Soleimani fue una de las figuras militares más importantes de su país. Se desempeñó como comandante de la fuerza de élite Al Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, unidad a cargo de las operaciones en el exterior. En otras palabras, fue el arquitecto de la inteligencia y la fuerza militar iraní durante las dos últimas décadas.
Su muerte, y las de otras nueve personas, incluidos cinco miembros de la Guardia Revolucionaria, desató una serie de repercusiones a nivel mundial de incalculable alcance. En primer lugar, el líder supremo iraní, el ayatollah Ali Jamenei, juró una poderosa venganza”. A su vez, el presidente de Irán, Hasan Rohani, advirtió que Estados Unidos será testigo de las consecuencias” del episodio no sólo hoy, sino a lo largo de los años venideros”.
Además, los iraníes izaron una bandera roja sobre los minaretes de la venerada mezquita de Jamkaran en la ciudad santa de Qom, un símbolo que en la cultura del islam equivale a un llamado a la venganza. El gesto se multiplicó tanto en el funeral de Soleimani (al que asistieron cientos de personas) como en las manifestaciones en contra de Estados Unidos.
Finalmente, Irán anunció su salida del acuerdo nuclear firmado con el país del norte y otras potencias mundiales en 2015. De esta manera, a partir de ahora, Teherán podrá enriquecer uranio, un paso clave para armar una bomba nuclear. La decisión de abandonar el acuerdo se produjo horas después de la nueva ola de amenazas lanzada por Trump, quien advirtió que Estados Unidos tiene 52 objetivos iraníes en la mira en caso de que Teherán avance con su proclamada venganza.
La escalada del conflicto no sólo agitó las relaciones y la diplomacia de la región, sino que también provocó la reacción -y preocupacióndel resto del mundo. Por un lado, en ciudades importantes de Estados Unidos se produjeron protestas contra la política exterior de Trump. Con pancartas y cánticos, cientos de personas se manifestaron a favor de la paz y del cese del conflicto.
En tanto, la Unión Europea (UE) mantenía anoche negociaciones contrarreloj para intentar contener la respuesta de Irán. El vicepresidente de la Comisión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, habló por teléfono con el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, para convencerlo de que la solución no pasa por un contraataque, sino por el diálogo. China también pidió moderación y Rusia anticipó una escalada en el conflicto.