WASHINGTON.- Estados Unidos y China firmaron ayer un acuerdo con el que se quiere poner fin a la guerra comercial que ambas potencias mantienen desde hace casi dos años. El acuerdo permite el ingreso de compañías estadounidenses al mercado chino, especialmente aquellas vinculadas al sector financiero. Además, supone un aumento de las exportaciones de productos agrícolas y contempla compromisos de respeto a la propiedad intelectual.
No obstante, mantiene vigente los aranceles a productos del gigante asiático, por aproximadamente 360.000 millones de dólares. Según el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, los impuestos son una herramienta negociadora” de cara a la segunda y última fase del acuerdo, cuyos detalles ya comenzaron a ser debatidos.
De cualquier manera, aún falta resolver el compromiso de China de cambiar su estructura económica, en particular su política de subsidios a industrias estratégicas que, según Trump, socava la competencia. Tampoco se logró que Pekín se comprometiera a lograr una mayor transparencia en el manejo de datos y en la ciberseguridad. Una vez que China avance en estas cuestiones, Estados Unidos levantará los aranceles.
Durante la misma jornada en la que Trump presumió como un logro los avances de las negociaciones con China, la Cámara de Representantes de Estados Unidos dio un paso clave en el proceso de impeachment que amenaza –sin muchas expectativas- su reelección. Por un lado, se activó el envío de los cargos al Senado de Estados Unidos. Además, se designaron los siete miembros de la Cámara Baja que actuarán como fiscales durante el proceso.
El juicio será presidido por el presidente de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, John Roberts. Al final del impeachment, debe realizarse una votación pública. Para que haya una condena y Trump sea destituido deben votar en su contra más de dos tercios de los senadores (67%), algo que parece improbable ya que el Senado es controlado por una mayoría republicana.