CIUDAD DE MÉXICO.- La odisea migrante en Centroamérica registró ayer otro episodio de violencia cuando se produjeron enfrentamientos con la multitudinaria caravana que avanza hacia Estados Unidos desde los países más pobres del subcontinente, mayormente Honduras. Cientos de migrantes intentaron cruzar a México por el río Suchiate, en Chiapas, en una acción desesperada ya que los esperaban cientos de oficiales de la Guardia Nacional mexicana en la otra orilla para evitar su ingreso al país.
El resultado previsible fueron choques en el propio caudal de agua o en sus caminos adyacentes, donde los migrantes intentaban colarse a como diera lugar. Al cierre de la jornada, el Instituto Nacional de Migración (INM) de México reportó que unas 1.087 personas del nuevo éxodo centroamericano lograron ingresar a territorio mexicano, mientras que el gobierno guatemalteco aseguró que unas 3.000 personas más siguen varadas en ese país buscando llegar al norte.
La primera caravana de migrantes centroamericanos del año salió el miércoles pasado de San Pedro Sula, en Honduras. Algunos eligieron una ruta más al norte, por El Ceibo, que conduce al Estado de Tabasco, mientras que otros tomaron el camino habitual, que los llevó a Tecún Umán y al río Suchiate, límite natural entre Guatemala y México. Cuando llegaron al río, la intención era seguir subiendo para llegar a Estados Unidos, pero la frontera les recibió con el muro de la Guardia Nacional.
México viene desactivado las últimas caravanas migrantes a base de cansancio gracias a una burocracia inacabable. De hecho, de los dos grandes grupos de ciudadanos hondureños que llegaron a la frontera, uno (el de El Ceibo) ya no existe: eran más de 1.000 y la mayoría aceptó la oferta del Gobierno mexicano para deponer su cruzada, una propuesta sin condiciones claras, que acabó por ser una deportación encubierta.