Al Qaeda recibió varios golpes durante las campañas militares norteamericanas tras los atentados de 2001, desde el asesinato de jerarcas como el ex jefe militar Ayman al-Zawahiri hasta la caída del Emirato Islámico (EI) de Afganistán comandado por los talibán.
Pese a esto, no fue derrotado y más allá de nuevos atentados atribuidos a sus células como el ocurrido en 2004 en los trenes de Madrid o el de 2015 a la redacción de Charlie Hebdo en París, su supervivencia se debe a que rediseñó su estrategia al fortalecer sus raíces en Afganistán y Pakistán y dar apoyo a otros grupos yihadistas en países ocupados por Occidente.
Al Qaeda migró geográfica e ideológicamente desde los ataques del 11 de septiembre. Aunque algunos de sus ideólogos centrales que planearon ataques terroristas internacionales junto a Ben Laden todavía están activos, el enfoque actual está principalmente en conflictos intraestatales en lugares como Somalia, Siria, Yemen y el Sahel”, indicó Steve Killelea, presidente del Instituto para la Economía y la Paz.
Si el objetivo de la invasión de Afganistán era desmantelar Al Qaeda y otros grupos yihadistas y crear un estado libre de terrorismo, esos objetivos claramente fracasaron. Ahora hay muchos más grupos yihadistas que llevan a cabo ataques terroristas (afiliados a Al Qaeda o no) que antes de la invasión de Afganistán, y el Índice Global de Terrorismo 2020 tiene a Afganistán como el país más afectado por el terrorismo en el mundo”, completó Killelea.