Decenas de personas salieron de la mezquita tras finalizar la oración del viernes, la más importante de la semana, y tomaron las calles de Zahedan, capital de la provincia de Sistan Baluchistan, informó la ONG con sede en Oslo Iran Human Rights (IHR).
«Las fuerzas policiales especiales arremetieron contra los manifestantes y dispararon a la multitud», agregó la organización Human Rights Activists News Agency Irán (HRNA), con base en Estados Unidos.
Por su parte, la agencia de noticias iraní IRNA culpó de los disturbios a «alborotadores», que quemaron neumáticos y «apedrearon coches».
Estas protestas llegan cuatro semanas después del «viernes sangriento», desencadenado por la presunta violación de una adolescente por parte de un jefe policial de la región.
La violencia estalló en Zahedan el 30 de septiembre, dos semanas después de que empezaran unas manifestaciones a nivel nacional por la muerte de Mahsa Amini durante su arresto.
Amini, de 22 años, murió el 16 de septiembre en un hospital, dos días después de haber sido detenida por la policía de la moral por llevar mal colocado su velo islámico.
La autopsia oficial dice que murió por una enfermedad preexistente, pero su hermano, que estaba junto a ella cuando fue detenida, asegura que la golpearon con una porra en la cabeza antes de subirla a un patrullero y llevarla detenida para darle un «curso de reeducación».
En cambio, la llevaron una hora y media después a un hospital inconsciente.
Desde su muerte, miles de personas, la mayoría de ellas mujeres, se volcaron a las calles con un reclamo de «libertad» que fue mutando a medida que se recrudecieron las protestas por la represión que dejó centenares de muertos.
«Seyed Alí será derrocado», se convirtió en el nuevo eslogan de los manifestantes, en referencia al líder máximo de la república islámica, el ayatollah Ali Jamenei.
Según el relator especial de la ONU sobre los derechos humanos en Irán, Javaid Rehman, al menos 250 personas fallecieron desde mediados de septiembre.
Los organismos humanitarios que tienen presencia en la región temen que la violencia se recrudezca aún más, al cumplirse 40 días de las primeras muertes en las protestas, el ciclo de luto tradicional (el Arbaín) de los musulmanes de confesión chiita antes de rendir homenaje a sus muertos.
El miércoles, para marcar el Arbaín, miles de personas peregrinaron a la tumba de Amini en Saqqez, su ciudad natal y donde fueron enterrados sus restos.
Las movilizaciones, tanto en Saqqez como en otros partes del país, sobre todo en la provincia del Kurdistán, fueron reprimidas.
En total, ocho manifestantes en cuatro provincias (Kurdistán, Azerbaiyán Occidental, Kermanshah y Lorestán) fueron abatidos entre la noche del miércoles y el jueves, informó anoche Amnistía Internacional.
Henry Rome, especialista en Irán del Washington Institute, evaluó que las autoridades iraníes están usando medios menos violentos que los que acostumbran.
«Por el momento, parecen probar otras técnicas -como los arrestos e intimidaciones, cortes calibrados de Internet o inclusive abatiendo a algunos manifestantes- pero dudo que hayan descartado la posibilidad de una represión mucho más violenta», expresó Rome en declaraciones a la agencia de noticias AFP.
En una muestra de que las fuerzas iraníes intentan contener la protesta por otros medios, los oficiales de alto rango de la policía de Zahedan fueron despedidos tras una investigación sobre los eventos del 30 de septiembre, informaron hoy medios estatales.
Según las pericias, los oficiales actuaron negligentemente provocando la muerte de civiles «inocentes», sostiene el informe, que cifra en 35 el número de fallecidos del 30 de septiembre, muy por debajo del balance de los organismos humanitarios que hablan de casi un centenar.