En pocos días, la situación bélica que atraviesa Ucrania comenzó a cambiar a su favor. Desde el fin de semana, el Ejército ucraniano avanza en una contraofensiva relámpago que obligó al Ejército Rojo a reagruparse, replegarse y revisar su estrategia. Sin admitir el avance de Kiev, desde Moscú los voceros de diversos ministerios informaron que el repliegue se debió a motivos “tácticos” para no perder de vista el “objetivo en la operación militar especial”, como llaman a la guerra en Ucrania.
“Desde principios de septiembre hasta hoy, nuestros soldados liberaron más de 6.000 kilómetros cuadrados del territorio de Ucrania, en el este y el sur. El movimiento de nuestras tropas continúa”, dijo Zelenski el lunes a la noche en su habitual mensaje. No obstante, la afirmación del éxito militar no pudo verificarse de forma independiente y el número llamó la atención a la prensa europea ya que dos días antes, el sábado, el presidente había comunicado la recuperación de solo 2.000 km cuadrados.
De igual manera, esto provocó que Rusia cambie su estrategia y ataque de forma “masiva”. Acorde a lo informado por el Ministerio de Defensa ruso, hubo bombardeos cerca de Sloviansk, Konstantinivka y Bajmut, en la región del este. También en las zonas de Mikolaiv y Zaporiyia, en el sur y en Járkov, en el noreste, escenario de la contraofensiva que en los últimos días obligó a las fuerzas rusas a retirarse de la mayor parte de la región.
Desde la inteligencia británica afirmaron que una de las principales fuerzas de Moscú, el Primer Ejército de Tanques de la Guardia, fue “gravemente degradado” durante la contraofensiva. “La fuerza convencional de Rusia diseñada para contrarrestar a la OTAN está gravemente debilitada”, añadió el reporte de la inteligencia británica, en coincidencia con el principal titular de ayer del diario ruso Komsomolskaya Pravda, respaldado por el Estado: “No fue Ucrania la que atacó Izium, sino la OTAN”.